«El niño saltó de alegría en mi seno»
Llevando a Dios en sus entrañas, la Virgen se apresuró a Isabel, cuyo niño, aún en su vientre, sintiendo la salutación de la Madre de Dios, dio saltos de júbilo, así como cánticos de alabanzas y le exclamó:
¡Salve, Oh Fruto de inmarcesible rama!
¡Salve, Oh Huerto de incorruptibles Frutos!
¡Salve, Oh Labrada por Aquel Labrador Amante de la humanidad!
¡Salve, Tú, que diste vida al Autor de nuestra vida!
¡Salve, Oh Jardín Fructífero de abundantes misericordias!
¡Salve, Oh Mesa que lleva la Oblación de la fortuna del perdón!
¡Salve, Tú, que incrementas las praderas del Paraíso!
¡Salve, Tú, que preparas el puerto tranquilo para las almas!
¡Salve, Tú, que preparas el puerto tranquilo para las almas!
¡Salve, Oh Aceptable Incienso de la intercesión!
¡Salve, Oh Oblación de perdón de todo el mundo!
¡Salve, Oh Favor de Dios para con los mortales!
¡Salve, Oh Acceso de los mortales hacia Dios!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio!
¡Oh Virgen Purísima que no conociste matrimonio!; cuando Te vio el sabio y casto José, fue turbado por una riada de dudosos pensamientos; temiendo que Tú hubieras sido ultrajada. Pero, cuando supo que tu Concepción era Obra del Espíritu Santo, exclamó: ¡Aleluya!
Los pastores; oyendo las gloriosas alabanzas de los ángeles; anunciando la presencia del Cristo Encarnado; se apresuraron hacia Él, como a un Pastor, y le contemplaron como a un Cordero Inmaculado, reposando en el seno de María Virgen; a la que ensalzaron diciendo:
¡Salve, Oh Madre del Cordero y del Pastor!
¡Salve, Oh Redil de las ovejas espirituales!
¡Salve, Oh Baluarte, castigo de los enemigos invisibles!
¡Salve, Oh Llave de las puertas del Paraíso!
¡Salve, Porque los celestiales se regocijan con los terrenales!
¡Salve, Porque los terrenales participan del coro celestial!
¡Salve, Oh Voz de los Apóstoles, jamás callada!
¡Salve, Oh Coraje de los luchadores, jamás vencido!
¡Salve, Oh firme Cimiento de la Fe!
¡Salve, Oh brillante Señal de la Gracia!
¡Salve, Que por Ti, el infierno se quedó despojado!
¡Salve, Que por Ti, nos hemos revestido de la Gloria!
¡Salve, Oh Virgen, Novia sin novio! (…)
¡Habiendo contemplado un extraño nacimiento, apartémonos del mundo como extraños, y elevemos nuestras mentes a los Cielos! Pues, por ello, el Dios Altísimo apareció humildemente, sobre la tierra como un mortal; Para elevar a lo Alto a aquellos que le exclaman: ¡Aleluya!
Liturgia bizantina
Himno Akátistos a la Madre de Dios del siglo VII (Trad. S.A. Salhani - Comunidad Ortodoxa Antioquena de Argentina; adapt. sc©Evangelizo.org )
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