Ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. (Mateo 1, 20)
Los cristianos sabemos que Dios Todopoderoso es el creador de todo y el autor de la vida. En la creación, la luz y la vida se hicieron presentes en nuestro mundo por el Espíritu de Dios. Toda la actividad creadora viene del Espíritu de Dios y San Mateo describió una capacidad creadora especial del Paráclito en el nacimiento de Jesús.
La Virgen María concibió y dio a luz a Jesús por obra del Espíritu: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1, 35). El Espíritu Santo trajo a nuestro mundo la vida de Jesús.
Cuando nos bautizaron, el Espíritu de Dios nos comunicó el aliento de vida, haciéndonos pasar de la muerte a la vida. La vida que el Espíritu nos da es un conocimiento personal del Padre por medio de su Hijo Jesús, y nos permite conocer el amor de Dios. El Espíritu nos ayuda a reconocer nuestros pecados y renunciar a ellos, dándonos al mismo tiempo la certeza de que nos han sido perdonados. El Espíritu de Dios nos infunde la paz en el corazón y la mente, la capacidad de amar a Dios y al prójimo, y la fortaleza para vivir según los mandamientos de Dios. La muerte es lo contrario: es rechazar a Dios y su amor, sentir el peso de los pecados y la culpa, pero no tener paz ni alegría; no saber amar a Dios ni ver cuánto necesitamos a Jesús, nuestro Salvador.
En estos días de preparación para la Navidad, debemos desear que el Espíritu Santo actúe más profundamente en nuestra vida y nos revele las verdades de Jesús. El Espíritu quiere hacer de nosotros un pueblo rebosante de vida nueva, que escuche la voz de Dios y anhele, como José y María, conocer la voluntad de Dios. ¿Estamos dispuestos a que el Espíritu actúe en nosotros? La Virgen le respondió al ángel Gabriel: “Cúmplase en mí lo que me has dicho” (Lucas 1, 38). Solo el Espíritu Santo puede darnos vida, y lo hará en la medida en que la deseemos. Pero la vida de Dios se nos revela principalmente en la enseñanza de la Iglesia y en la Sagrada Escritura, por eso, este tiempo de Adviento es ideal para dedicarnos a meditar en la Palabra de Dios y el Catecismo de la Iglesia.
“Oh, Adonai, Pastor de la casa de Israel, que te apareciste a Moisés en la zarza ardiente y en el Sinaí le diste tu ley: Ven a librarnos con el poder de tu brazo.”
Jeremías 23, 5-8
Salmo 72 (71), 1-2. 12-13. 18-19
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario