miércoles, 11 de diciembre de 2019

Meditación: Isaías 40, 25-31

Aquellos que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas. (Isaías 40, 31)

En la vida todos pasamos por épocas de desánimo, en las que nos sentimos cansados, atribulados y a veces tropezamos y caemos, como dice el profeta Isaías en la lectura de hoy. En momentos como esos somos más vulnerables al desánimo y a aceptar los engaños del diablo, que siempre quiere hacernos caer. Por eso, el profeta nos ofrece las armas necesarias para defendernos y repeler estos ataques.

A veces las situaciones en las que nos encontramos nos parecen tan desesperadas que pensamos que no hay nada que Dios pueda hacer para librarnos; pero Isaías nos recuerda que debemos levantar los ojos hacia el Padre, que demuestra su poder sosteniendo todo el universo en sus manos. ¡Nada es imposible para Dios! A veces pensamos que Dios no se entera de lo que nos está sucediendo; pero Isaías nos recuerda: “Su inteligencia es insondable” (Isaías 40, 28). A él no se le escapa ni el más mínimo detalle.

Tal vez alguien piense que Dios tiene cosas más importantes de las que preocuparse que de la vida de uno, que es insignificante; pero de nuevo Isaías afirma: “Dios da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas” (Isaías 40, 29). Esta magnífica promesa echa por tierra la gran falsedad de que Dios no se interesa por nuestras penurias o dificultades. También podemos pensar que no merecemos la ayuda de Dios, e incluso que parte de la culpa de que las cosas estén saliendo tan mal sea nuestra. La misericordia de Dios siempre está disponible, aun cuando no la merezcamos, pero esa es precisamente la definición de “misericordia”.

Cuando estos pensamientos vengan a tu mente, no te resignes a desear que las cosas sean mejores. La esperanza cristiana es una virtud activa, que te alienta a presentarle tus necesidades al Señor y dejar tu problema en sus manos. Entonces podrás alabarlo de corazón por su poder, conocimiento, sabiduría y su amor incondicional. Finalmente, para deshacerte de estos pensamientos de una vez por todas, busca qué puedes hacer para colaborar con la edificación del Reino de Dios: algún acto de servicio que puedas realizar. Isaías promete que, si lo haces, tus fuerzas serán renovadas.
“Bendeciré al Señor con toda mi alma; bendeciré con todo mi ser su santo nombre y no olvidaré ninguno de sus beneficios. (Salmo 103 (102).”
Salmo 103 (102), 1-4. 8. 10
Mateo 11, 28-30
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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