«María partió sin demora»
El regocijo y la alegría eran la fuerza de Nuestra Señora. Hicieron de ella la solícita servidora de Dios, su Hijo, porque desde que él vino a ella, ella «partió sin demora». Solamente la alegría podía darle la fuerza para marchar a toda prisa más allá de las colinas de Judea y convertirse en la servidora de su prima. Igualmente para nosotras. Como ella, debemos ser verdaderas servidoras del Señor. Cada día, después de la santa comunión, apresurarnos para ir más allá de las montañas de dificultades que encontremos al ofrecer, de todo corazón, nuestro servicio a los pobres. Den Jesús a los pobres, como servidoras del Señor.
La alegría es la oración, la alegría es la fuerza, la alegría es el amor, una red de amor gracias a la cual pueden alcanzar a las almas. «Dios ama al que da con alegría» (2Cor 9,7). Quien da con alegría, da más. Si en el trabajo encuentran dificultades y las aceptan con alegría, con una amplia sonrisa, en esto, como en muchas otras cosas, se constatará que sus obras son buenas y el Padre será glorificado en ellas. La mejor manera de mostrar su agradecimiento a Dios y a los hombres, es aceptar todo con alegría. Un corazón alegre proviene de un corazón que arde de amor.
Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)
fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad
Jesus, the Word to Be Spoken (Trad. sc©Evangelizo.org “Jésus, celui qu'on invoque”, Paris, Nouvelle Cité, 1988.)
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