Mostrando entradas con la etiqueta Card Van Thuan. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Card Van Thuan. Mostrar todas las entradas

jueves, 25 de octubre de 2018

El hombre fuerte es muy puro

El que tiene fortaleza no presume, sino que tiene espíritu de sacrificio. Es como un grano de azúcar o de sal que se disuelve y, transformándose, le agrega sabor a la comida.
El hombre fuerte es muy puro y no se entromete en los asuntos de los demás. No anda con vueltas en la relación con ellos.
No dejará de hacer su parte, pero sin interferir en las cosas de los otros. Conoce bien sus límites.
Sabe cuándo tiene que callar. Demasiado a menudo las charlas inútiles, hechas sin pensar en las consecuencias, siembran discordia. Las palabras inútiles son el instrumento del diablo para minar la caridad.
El hombre fuerte no es indiscreto, sino que trata de conocerse más a fondo a sí mismo.
¡Espera en Dios!, Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 17.


martes, 14 de noviembre de 2017

El mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo

A veces nos lamentamos de que el cristianismo, en la sociedad de hoy, es una presencia cada vez más marginal; de que es difícil transmitir la fe a los jóvenes, de que las vocaciones disminuyen. Y se podrían seguir enumerando motivos de preocupación…

De hecho, no es raro que, en el mundo actual, nos sintamos perdedores. Pero la aventura de la esperanza nos lleva más allá. Un día hallé escrito en un calendario estas palabras: “El mundo es de quien lo ama y mejor sabe demostrarlo”. ¡Qué verdaderas son! En el corazón de las personas hay una sed infinita de amor, y nosotros, con el amor que Dios ha infundido en nuestros corazones, podemos saciarla.

¡Espera en Dios!, Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 90.

martes, 31 de octubre de 2017

Edificar el castillo “exterior”



En esta época de la globalización, en esta hora de la Iglesia-comunión, ¿no ha llegado tal vez el momento –como alguien ha apuntado- de descubrir, iluminar, edificar, además del castillo “interior”, el castillo “exterior”?


Es decir, la presencia de Dios no sólo en nosotros, sino también entre nosotros. Es el castillo de dos o más unidos en el nombre del Señor, castillo que no hay que destruir nunca, sino que hay que recomponer continuamente y conservar en toda relación hasta el esplendor de la unidad.

Sueño la Iglesia del tercer milenio como Casa que custodia la presencia del Dios vivo, como Ciudad santa que baja de lo alto; no como un conjunto de piedras esparcidas, sino como construcción articulada y armoniosa, que se hace compacta por la comunión vivida. Sueño esa Ciudad, que guarda en su centro el Cordero como fuente de luz para toda la humanidad.

¡Espera en Dios!, Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 96.

La salvación es cierta: basta con ir al encuentro de Jesús



Ante las tragedias nacionales e internacionales, vemos que hay tres puntos muy importantes: la justicia, la responsabilidad –sobre todo de los educadores y de los gobernantes- y, tercero, la conversión de los corazones. En efecto, sin la conversión de los corazones, sin la oración, no hay humildad para escuchar y, cuando no recorremos este camino, hay solamente poder, dinero, armas.


Compartir con todos los demás nuestra alegría, la alegría de la esperanza: la esperanza está ya en nuestro corazón, porque Jesús vino a nosotros. La salvación es cierta: basta con ir al encuentro de Jesús.

¡Espera en Dios!, Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 98.


El Señor me ha tendido la mano

He pasado por momentos verdaderamente difíciles, la tentación de la venganza, la tentación de la desesperación…, pero en el momento más crítico, en el abismo de mi miseria, en mi debilidad humana, en ese momento el Señor me ha tendido la mano y la esperanza ha retornado, como la luz después de la lluvia.

¡Espera en Dios!,
Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 104.


lunes, 7 de agosto de 2017

El Señor me ha tendido la mano

He pasado por momentos verdaderamente difíciles, la tentación de la venganza, la tentación de la desesperación…, pero en el momento más crítico, en el abismo de mi miseria, en mi debilidad humana, en ese momento el Señor me ha tendido la mano y la esperanza ha retornado, como la luz después de la lluvia.
¡Espera en Dios!, Breves reflexiones del Cardenal Van Thuan, Ciudad Nueva, Buenos Aires, 2009, p. 104.