domingo, 27 de marzo de 2011

Camino Comunitario... Escucha

Para Dios nada es imposible

Novena a la Virgen María para alcanzar lo imposible.
Inicia el día 25 de marzo (Fiesta de la Anunciación) y va hasta el 25 de diciembre

Estamos en plena Cuaresma.
En este largo tiempo de penitencia y conversión, hay una fecha en que la liturgia de la Iglesia nos trae un día especial de fiesta y de mucha alegría: es el día 25 de marzo, en que celebramos aquel momento singular en que el ángel Gabriel anunció a María que ella había sido elegida para ser la madre del Salvador. Y ante su sí, el Verbo Divino se hizo carne y habitó entre nosotros, y ella, a partir de aquel instante, se tornó la Madre del Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo.
A partir de aquella hora, todo cambió en la historia de la humanidad, con la Encarnación del Hijo del Altísimo en el seno de la Virgen María se dio inicio a nuestra salvación.
Ante tan grande misterio, el ángel Gabriel pudo proclamar: “para Dios nada es imposible”.
Fue escogida esta fecha, 25 de marzo, porque es la fecha que marca exactamente los nueve meses antes de la Navidad, 25 de diciembre.
Ante esta realidad, de que para Dios nada es imposible, la devoción popular creó una novena muy especial, que se prolonga durante nueve meses, entre la Anunciación y la Navidad. Se creó también una oración, que ha tomado diferentes formas con el pasar el tiempo. Es una oración para pedir a Dios, con la intercesión de la Virgen, lo imposible y que venga a solucionar situaciones que humanamente se muestran imposibles.
Esta devoción se propagó, porque innumerables personas han sido atendidas y testimoniaron que realmente, para Dios nada es imposible.

¿Por qué, recitando diariamente esta sencilla oración durante estos nueve meses, la gente ve a Dios realizando tantas maravillas?
Primero, porque las personas se van aproximando al gran imposible: el Hijo de Dios, que en estos nueve meses va tomando carne en el seno de la Virgen para traer la salvación a toda la humanidad.

Segundo, porque perseverando en el pedido, durante los nueve meses, uno va creciendo en la fe expectativa que los lleva a tocar concretamente en la realidad de que, si para Dios nada es imposible, todo es posible para el que cree.
Todos tenemos muchas necesidades y, cada vez más, estamos rodeados por tantos imposibles, por eso, resolví presentarte esta novena y esta oración. Que tú también puedas proclamar: lo imposible, Él lo puede realizar.


Que Dios te bendiga y bendiga a aquellos para quienes tú pides la bendición.
Mons. Jonas Abib
Fundador de la comunidad Canción Nueva.
Fuente: www.cancionnueva.es

Unidad con Dios en los gestos

 
"En los gestos de la oración
podríamos percibir la auténtica dignidad de nuestro cuerpo
y su unidad con nuestra alma.
Nuestro cuerpo se torna transparente para Dios.
A través de él exteriorizamos nuestra alma con su anhelo de Dios.
Y nos esperimentamos en otras dimensiones.
En los gestos de la oración somos uno con nosotros mismos,
uno con nuestra alma y con nuestro cuerpo,
pero también uno con Dios.
Y precisamente en esta unidad con Dios
como fundamento de todo ser podemos estar salvos e íntegros."

Anselm Grün

sábado, 26 de marzo de 2011

Camino Comunitario... Descubre

 

Camino Comunitario... Reconcíliate


Orando con gestos


"No sabría cómo rezar sin incluir al cuerpo.
A veces tengo la sensación de que rezo más con el cuerpo
que con la mente.
Una oración sobre el suelo desnudo,
arrodillarse, postrarse,
observar el lugar donde se celebra la Eucaristía,
aprovechar el silencio tranquilizador
e incluso los ruidos que llegan desde el pueblo.
El cuerpo está allí,
totalmente presente,
para escuchar atentamente,
para comprender, para amar.
¡Qué absurdo no querer contar con él!"

Roger Schutz
prior de Taizé

"Mediante el gesto, la oración se mete
debajo de nuestra piel.
Y sabemos lo que rezamos"

"El poder sanador de los gestos en la oración y en la lectura de la Palabra"
Anselm Grün . Michael Reepen

Vida Eterna - III Domingo de Cuaresma

Fray Raneiro Cantalamessa
Éxodo 17, 3-7; Romanos 5,1-2.5-8; Juan 4, 5-42

A la samaritana, y a todos los que en alguna medida se reconocen en su situación, Jesús hace una propuesta radical en el Evangelio de este domino: buscar otro «agua», dar un sentido y un horizonte nuevo a la propia vida. ¡Un horizonte eterno! «El agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna». Eternidad es una palabra que ha caído en «desuso». Se ha convertido en una especie de tabú para el hombre moderno. Se cree que este pensamiento puede apartar del compromiso histórico concreto para cambiar el mundo, que es una evasión, un «desperdiciar en el cielo los tesoros destinados a la tierra», decía Hegel.

¿Pero cuál es el resultado? La vida, el dolor humano, todo se hace inmensamente más absurdo. Se ha perdido la medida. Si falta el contrapeso de la eternidad, todo sufrimiento, todo sacrificio, parece absurdo, desproporcionado, nos «desequilibra», nos echa por tierra. San Pablo escribió: «La leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna». En comparación con la eternidad de la gloria, el peso de la tribulación le parece «ligero» (¡a él, que sufrió tanto en la vida!) precisamente porque es «de un momento». En efecto, añade: «Las cosas visibles son pasajeras, más las invisibles son eternas» (2 Co 4, 17-18).

El filósofo Miguel de Unamuno (que además era un pensador «laico»), a un amigo que le reprochaba, como si fuera orgullo o presunción, su búsqueda de eternidad, respondía en estos términos: «No digo que merezcamos un más allá, ni que la lógica lo demuestre; digo que lo necesitamos, merezcámoslo o no, simplemente. Digo que lo que pasa no me satisface, que tengo sed de eternidad, y que sin ésta todo me es indiferente. Sin ella no existe ya alegría de vivir... Es demasiado fácil afirmar: "Hay que vivir, hay que conformarse con esta vida". ¿Y los que no se conforman?». No es quien desea la eternidad el que muestra que no ama la vida, sino quien no la desea, dado que se resigna tan fácilmente al pensamiento de que aquella deba terminar.

Sería una enorme ganancia, no sólo para la Iglesia, sino también para la sociedad, redescubrir el sentido de eternidad. Ayudaría a reencontrar el equilibrio, a relativizar las cosas, a no caer en la desesperación ante las injusticias y el dolor que hay en el mundo, aún luchando contra ellas. A vivir menos frenéticamente.

En la vida de cada persona ha habido un momento en que se ha tenido cierta intuición de eternidad, aún confuso... Hay que estar atentos a no buscar la experiencia del infinito en la droga, en el sexo desenfrenado y en otras cosas en las que, al final, sólo queda desilusión y muerte. «Todo el que beba de este agua volverá a tener sed», dijo Jesús a la samaritana. Hay que buscar lo infinito en lo alto, no hacia abajo; por encima de la razón, no por debajo de ella, en las ebriedades irracionales.

Está claro que no basta con saber que existe la eternidad; se necesita también saber qué hacer para alcanzarla. Preguntarse, como el joven rico del Evangelio: «Maestro, ¿qué debo hacer para tener la vida eterna?». Leopardi, en la poesía El Infinito, habla de un cercado que oculta de la vista el último horizonte. ¿Cual es para nosotros este cercado, este obstáculo que nos impide mirar hacia el horizonte último, hacia lo eterno? La samaritana, aquel día, comprendió que debía cambiar algo en su vida si deseaba obtener la "vida eterna", porque en poco tiempo la encontramos transformada en una evangelizadora que relata a todos, sin vergüenza, cuanto le ha dicho Jesús.

domingo, 20 de marzo de 2011

¡Está Vivo y Resucitado! II Domingo de Cuaresma


MEDITACIÓN PARA LA SEMANA II DE CUARESMA.
“Jesús no es una abstracción; está resucitado y vivo”
Comentario del padre Cantalamessa
II Domingo de Cuaresma
Génesis 12, 1-4a;
2 Timoteo 1, 8b-10;
Mateo 17, 1-9 Se transfiguró ante ellos

¿Por qué la fe, las prácticas religiosas están en declive y no parecen constituir, al menos para la mayoría, el punto de fuerza en la vida?
¿Por qué el tedio, el cansancio, la molestia al cumplir los propios deberes de creyentes?
¿Por qué los jóvenes no sienten que les atraen?
¿Por qué, en resumen, esta monotonía y esta falta de gozo entre los creyentes en Cristo?
El episodio de la transfiguración nos ayuda a dar una respuesta a estos interrogantes.

¿Qué significó la transfiguración para los tres discípulos que la presenciaron?
Hasta entonces habían conocido a Jesús en su apariencia externa, un hombre no distinto a los demás, de quien conocían su procedencia, sus costumbres, su tono de voz… Ahora conocen a otro Jesús, al verdadero Jesús, al que no se consigue ver con los ojos de todos los días, a la luz normal del sol, sino que es fruto de una revelación imprevista, de un cambio, de un don.

Para que las cosas cambien también para nosotros, como para aquellos tres discípulos en el Tabor, es necesario que suceda en nuestra vida algo semejante a lo que ocurre a un chico o a una chica cuando se enamoran.
En el enamoramiento el otro, el amado, que antes era uno de tantos, o tal vez un desconocido, de golpe se convierte en único, el único que interesa en el mundo.
Todo lo demás retrocede y se sitúa en un fondo neutro.
No se es capaz de pensar en otra cosa.
Sucede una auténtica transfiguración.
La persona amada se contempla como en un halo luminoso.
Todo aparece bello en ella, hasta los defectos.
Si acaso, se siente indignidad hacia ella.
El amor verdadero genera humildad.
Algo cambia también concretamente hasta en los hábitos de vida. He conocido a chicos a quienes por la mañana sus padres no lograban sacar de la cama para ir al colegio; si se les encontraba un trabajo, en poco tiempo lo abandonaban; o bien descuidaban los estudios sin llegar a licenciarse nunca…
Después, cuando se han enamorado de alguien y se han hecho novios, por la mañana saltan de la cama, están impacientes por finalizar los estudios, si tienen un trabajo lo cuidan mucho.
¿Qué ha ocurrido?
Nada, sencillamente lo que antes hacían por constricción ahora lo hacen por atracción.
Y la atracción es capaz e hacer cosas que ninguna constricción logra; pone alas a los pies.
«Cada uno», decía el poeta Ovidio, «es atraído por el objeto del propio placer».
Algo por el estilo, decía, debería suceder una vez en la vida para ser verdaderos cristianos, convencidos, gozosos se serlo.
«¡Pero a la chica o al chico se le ve, se toca!».
Respondo: también a Jesús se le ve y se le toca, pero con otros ojos y con otras manos: del corazón, de la fe.
Él está resucitado y está vivo.
Es un ser concreto, no una abstracción, para quien ha tenido esta experiencia y este conocimiento.
Más aún, con Jesús las cosas van incluso mejor.
En el enamoramiento humano hay artificio, atribuyendo al amado cualidades de las que tal vez carece y con el tiempo frecuentemente se está obligado a cambiar de opinión.
En el caso de Jesús, cuanto más se le conoce y se está a su lado, más se descubren nuevos motivos para estar enamorados de Él y seguros de la propia elección.
Esto no quiere decir que hay que estar tranquilos y esperar, también con Cristo, el clásico «flechazo». Si un chico, o una chica, pasa todo el tiempo encerrado en casa sin ver a nadie, jamás sucederá nada en su vida.
¡Para enamorarse hay que frecuentarse!
Si uno está convencido, o sencillamente comienza a pensar que tal vez conocer a Jesús de este modo distinto, trasfigurado, es bello y vale la pena, entonces es necesario que empiece a «frecuentarlo», a leer sus escritos.
¡Sus cartas de amor son el Evangelio!
Es ahí donde Él se revela, se «transfigura».
Su casa es la Iglesia: es ahí donde se le encuentra.

sábado, 19 de marzo de 2011

La primera que comulgo

Caminando la segunda semana de cuaresma

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Meditación desde Buenafuente
Fuente: www.ciudadredonda.org

Gn 12, 1-4ª; Sal 32; 2Tm8b-10; Mt 17, 1-9)
TEXTO PARA MEDITAR
“Jesús tomo consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos y su rostro resplandecía como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.”

REFLEXIÓN
La pedagogía de la Iglesia, a través de la Liturgia cuaresmal, elige para el segundo domingo de cuaresma uno de los relatos de los evangelios sinópticos, en los que se narra la transfiguración de Jesús ante sus más íntimos amigos.
No es indiferente la selección del pasaje en el contexto de las catequesis cuaresmales, que reciben los que se preparan al bautismo. Y por tanto, para quienes nos disponemos a renovar nuestras promesas bautismales. Encontramos el motivo en la centralidad que debe sobresalir de la persona de Jesucristo, especialmente en el proceso de iniciación cristiana. El itinerario catecumenal, como el nuestro, debe recorrerse con los ojos puestos en quien es el Hijo amado de Dios, razón de la fe.
Jesucristo inicia a los suyos en una experiencia de luz, entre la ley y la profecía, que significan Moisés y Elías, para que en tiempos de turbación, la memoria de lo experimentado les libre de sucumbir en la prueba. Para siempre, el núcleo de la fe cristiana es la cruz y la luz, la muerte y la resurrección, en definitiva, el Misterio Pascual.

ORACIÓN
Señor Jesús, Tú nos conoces y sabes que damos valor al presente, a lo que sentimos en cada momento, y cuando se cierne la oscuridad, la prueba, el dolor, difícilmente nos acordamos de los tiempos luminosos y alegres. Imprime en nuestro corazón la certeza de tu amor, haz que nos sepamos amados por ti, para que siempre, como Tú lo sentías de tu Padre, nos sintamos apoyado en la certeza de tu opción por nosotros. Como el salmista, te pedimos: “Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti”

PROPUESTA
-“Sal de tu tierra y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te dé.”

fuente Ciudad Redonda - www.ciudadredonda.org