Una curación en sábado: señal de la consumación de la creación
Este mundo es bueno, tal como está hecho y tal como le vemos, porque Dios lo quiere así. Nadie tiene duda de ello. Si la creación fuera desordenada, si el universo evolucionara por azar, uno podría poner en duda esta afirmación. Pero como el mundo ha sido hecho con sabiduría y ciencia, de manera razonable, ya que está ataviado de toda belleza, no puede ser otro el que lo preside y lo organizó que la Palabra de Dios, su Verbo...
Siendo la Palabra buena por ser de Dios bueno, esta Palabra ha dispuesto el orden de todas las cosas, ha reunido los contrarios con los contrarios para formar una única armonía. Es ella “poder de Dios y sabiduría de Dios” (cf 1Cor 1,24) que hace moverse el cielo y que suspende la tierra sin que repose en lugar alguno. (Hb 1,3) El sol ilumina la tierra por la luz que recibe de la Palabra y la luna recibe su medida de esa luz. Por ella, el agua queda suspendida en las nubes, las lluvias riegan la tierra, el mar guarda sus límites, la tierra se cubre de plantas de toda especie (cf Sal 103)...
La razón por la que esta Palabra de Dios ha venido hasta las criaturas es realmente admirable... La naturaleza de les seres creados es pasajera, débil, mortal. Pero como Dios, por naturaleza, es bueno y magnífico y ama a los hombres..., viendo, pues, que la creación, por ella misma, se disuelve y se escurre, para evitarlo y para que el universo no vuelva a la nada..., Dios no la abandona a las fluctuaciones de su naturaleza. En su bondad, por su Palabra, Dios gobierna y mantiene toda la creación... Por eso, no corre la suerte de la aniquilación que sería la suya si la Palabra no la guardara. “Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda criatura. En él fueron creadas todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, las visibles y las invisibles: tronos, dominaciones, principados, potestades, todo lo ha creado Dios por él y para él...Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia.”
San Atanasio (295-373)
obispo de Alejandría, doctor de la Iglesia
Contra los paganos; SC 18, pag. 190
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