miércoles, 19 de diciembre de 2012

Estaba equivocado, ¡perdóneme!

Perdón

¿Por qué motivo tenemos dificultades para pedir perdón?

En muchas situaciones de desentendimiento y desconfianza en las relaciones humanas, como en las separaciones, peleas en el trabajo y en los ambientes sociales, es importante que reconozcamos una de nuestras grandes faltas: no pedir perdón. No reconocer nuestros errores es un gran obstáculo en la calidad de la convivencia.
¿Por qué tenemos estas dificultades? Uno de ellos es admitir la “pérdida de nuestra dignidad” al tener que pasar por encima de nuestro orgullo, nos sentimos amenazados al exponer nuestros puntos débiles, o que, al pedir disculpa el otro “nos pase por encima” o use esto como una venganza, o que encima “seamos recordados por los errores o culpados por ser honesto”. (Powell, J. 1985). Creo que, muchas veces, ya viviste eso, ¿verdad?
En varias situaciones, nos sentimos inferiores al pedir disculpas; tenemos la necesidad de pasar parte de nuestra vida probando que somos siempre perfectos, que somos siempre capaces, que somos fuertes e invencibles. De alguna forma, esta necesidad se nos va imponiendo y puede ser una gran trampa en nuestras vidas.
En otras situaciones, puedo usar el siguiente pensamiento “si no recibí las disculpas del otro, ¿Porque me voy a sujetar a pedir disculpas?” Esto no es más que un gran proceso de inmadurez, al dejar que los comportamientos de la otra persona determinen nuestros comportamientos y actitudes. Es como creer que esta bien robar, porque alguien ya robó, nunca fue descubierto y no fue preso.
Para que podamos llegar al punto de pedir disculpas, es válido encontrar un punto de honestidad con nosotros mismo, asumiendo las fallas y limitaciones. Esta honestidad interior hace que veamos, verdaderamente, nuestra responsabilidad en las situaciones; que podamos reconocer lo que hicimos y entrar en una actitud de reconciliación con el otro. Tal vez, no siempre consigamos el perdón, pero la actitud de reconocer es totalmente tuya y, ciertamente, muy liberadora.
Pide disculpas, pero libérate de los que te llevan a pensar: “tú provocaste esto”, “reaccioné así por tu culpa”, “te trato a vos como vos me trataste a mí”. Tales formas “racionales” de explicar un hecho, solo alimentan en nosotros más rabia y resentimiento. Hace que cubramos nuestros errores y no permite que, honestamente, podamos admitir lo que se hizo de errado.
El perdón es instrumento de vida” (Cencini, A. 2005) y “fuerza que puede cambiar al ser humano”. Ciertamente, “la falla en pedir disculpas” y en perdonar sólo servirán para prolongar la separación entre dos personas. Para esto, “la verdad necesita estar presente en todos los sinceros pedidos de disculpas” (Powell, J. 1985) comprendiendo la extensión de los prejuicios que nuestras actitudes, a veces desordenadas y desmedidas, puedan haber provocado en la vida del otro.
A veces, necesitamos quebrar nuestras barreras interiores y realizar un gran esfuerzo al decir: “Estaba equivocado ¡Perdóneme!”, pues este esfuerzo hará tu vida mucho mejor, a pesar que el otro no acepte, de inmediato, su pedido, pero tu vida ya fue cambiada a partir de este gesto.
Piensa en este: ¿A quién te gustaría pedir perdón hoy?
Traducido: Exequiel Alvarez
Elaine Ribeiro

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