La misericordia de Dios en nuestra alma y en nuestras relaciones es el gran milagro que el mundo necesita
“Escribe de Mi Misericordia. Di a las almas que es en el tribunal de la misericordia donde han de buscar consuelo [367]; allí tienen lugar los milagros más grandes y se repiten incesantemente. Para obtener este milagro no hay que hacer una peregrinación lejana ni celebrar algunos ritos exteriores, sino que basta acercarse con fe a los pies de Mi representante y confesarle con fe su miseria y el milagro de la Misericordia de Dios se manifestará en toda su plenitud. Aunque un alma fuera como un cadáver descomponiéndose de tal manera que desde el punto de vista humano no existiera esperanza alguna de restauración y todo estuviese ya perdido. No es así para Dios. El milagro de la Divina Misericordia restaura a esa alma en toda su plenitud. Oh infelices que no disfrutan de este milagro de la Divina Misericordia; lo pedirán en vano cuando sea demasiado tarde.” (Diario, 1448)
Queridos hermanos, es tiempo de misericordia. Estamos viviendo un tiempo difícil y de mucha confusión, donde hay mucha comunicación y poco relacionamiento. El enemigo ha intentado sembrar la miseria y la tentación entre nosotros. Hemos buscado una justicia que muchas veces no viene de Dios.
Necesitamos entender que ahora es el tiempo para aprovechar la misericordia porque tal vez después no podremos experimentarla. La misericordia de Dios en nuestra alma y en nuestras relaciones es el gran milagro que el mundo necesita. Nosotros necesitamos, con urgencia, vivir las bienaventuranzas: “Bienaventurados los misericordiosos porque alcanzarán misericordia”.
Todas las veces que Jesús habla sobre el fin de los tiempos, sobre los últimos momentos en la hora de nuestra muerte, El cambia el discurso diciendo que habrá justicia:”Ahí habrá llanto y crujir de dientes”. No olvidemos que después de la misericordia habrá justicia, por eso necesitamos aprovechar este tiempo de misericordia.
Cuando Santa Faustina ve a aquellas almas sufriendo, ella les pregunta: “¿Cuál es su sufrimiento más grande?”. Y ellas dicen: “extrañar a Dios”. Intentando ayudar a esas almas, Jesús le dice: “Hija mía, no quieras hacer justicia, porque antes de mi justicia viene la misericordia.”
No podemos olvidar que con la medida con que medimos, seremos medidos. Una vez Faustina pidió que el Señor le mostrase como El la ve, y el Señor se lo mostró. Ella tuvo mucho dolor porque vio la miseria de su alma. Y Dios le dijo: “Mira tu miseria, pero con mi mirada! Si encuentras lagos de miseria, mirando para mí verás océanos de misericordia”.
Palabra Meditada: Mateo 15,21
Mis queridos hermanos, cómo es importante que entendamos la Palabra de Dios porque ella está viva y es actual. Muchas multitudes tocaban a Jesús, se colocaban frente a él, y El las curaba. Jesús fue a la tierra de los paganos porque ahí había ovejas perdidas. Jesús dejó a los ángeles y el cielo para venir detrás de la oveja perdida que es la humanidad.
Jesús va a buscar a la oveja perdida.¡Un día veremos cuántas veces El nos fue a buscar! ¡Cómo Jesús nos ama y es misericordioso! Un día entenderemos ese amor de un Dios que viene hacia nosotros aún cuando nosotros no lo amamos. Jesús nos está llamando y todo llamado tiene una respuesta. El hizo lo que nadie podría hacer por nosotros.
La primera respuesta que Jesús quiere de nosotros es que gritemos: que Lo llamemos, el Señor quiere que gritemos con el alma. El está entre nosotros, pero quiere que lo busquemos. El Señor no puede romper la puerta de nuestro corazón, por eso tenemos que comenzar a buscarlo.
La mujer cananea comenzó a gritar: “¡Mi hija está cruelmente atormentada por el demonio!, la Iglesia también grita. “El demonio viene para robar, matar y destruir”. Cuantas veces nosotros nos dejamos subyugar por él. San Juan nos dice que quien peca es del maligno, por eso necesitamos querer un cambio de vida. Jesús quiere sacarnos de las manos del demonio para realizar milagros en nosotros.
Jesús le pide a Santa Faustina que vaya a buscar las almas tibias, que son las más difíciles de volver a El, pues esas almas ya conocieron al Señor pero lo olvidaron.
Navidad es un tiempo lindo, en el que las personas deciden amarse! Entonces, ¿Por qué en la Pascua, no nos abrimos a la conversión para una vida nueva?
Nadie da de lo que no tiene, por eso necesitas experimentar la misericordia, sentir el amor de Dios. Primero, la salvación necesita llegar hasta nosotros para que después podamos pasar este testimonio de amor.
Cuando estás enamorado, las personas se dan cuenta de tu sonrisa y de tus ganas de vivir. Si vuelves tu corazón a Jesús, todas las personas de tu casa también volverán a El, porque Jesús te cuidará y curará tus heridas. Si tú eres Suyo, el cuidará toda tu familia.
El demonio ha hecho la fiesta de la miseria en tu familia pero si tú dejas que Jesús misericordioso entre en tu corazón, El salvará a toda tu familia. Necesitamos confiar en que Jesús quiere curarnos.
Jesús dijo: “Todo lo que me pidan, lo recibirán”, pero El también dijo que perseveremos en la oración. O Jesús atiende rápido su pedido porque lo necesitas, o El se demorará porque necesitas practicar tu paciencia. Ninguna oración queda sin ser atendida. Acoge a las ovejas perdidas, principalmente a las más terribles porque un día tu también necesitarás ser acogido. ¡Cómo es terrible el rechazo, el desprecio!. Ten compasión de las personas, perdona a aquellas que más te masacraron, inclusive a las personas de tu familia. No te preocupes por las críticas, reza por ellos.
Si estamos en la gracia del Señor todo pasa para nuestro bien. Se que el silencio de Dios duele, y que la humillación de las personas también. Llora con Dios y déjelo que te quite esa piedra de su corazón. No infiernices tu vida y tu corazón con el antitestimonio de personas. Debes saber que cuando sufrimos callados, Jesús nos responde. Lo que más agrada a Dios es la humildad frente a los "No" que recibimos.
Fraile Josué - Retiro de la Divina Misericordia en Canción Nueva 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario