Entre esos consejos, parecieron particularmente sugerentes y útiles los que enfrentaban el problema de la pérdida de la paz espiritual a partir de nuestros propios pecados. ¿A quién no le ha ocurrido? Cuando pecamos nos sentimos culpables por nuestras acciones y eso es algo muy sano; sin embargo, no es infrecuente que ese sentimiento de culpa degenere y nos lleve a experimentar remordimientos y angustias que poco o nada tienen que ver con el Dios misericordioso en el que creemos. Por esta razón, repasamos con ustedes 11 de los varios consejos que el libro ofrece para enfrentarnos como Dios manda a nuestros propios pecados.
Los textos debajo de cada imagen son extractos breves de la obra.
1
Buscar la paz interior y rechazar la angustia complace al Señor
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2
Nuestros pecados son un mal pretexto para alejarnos de Cristo
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3
Si me dejo tocar por el amor de Dios, mis faltas pueden convertirse en un manantial de misericordia con los demás
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4
La ansiedad y el desaliento que sentimos después de nuestras faltas raramente son sentimientos puros
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5
Dios es capaz de sacar frutos hasta de nuestras faltas
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6
Evitar la ilusión de querer presentarnos ante el Señor sólo cuando estamos limpios y bellos
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7
Estar atentos a las armas del demonio: el desaliento
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8
Después de la confesión no sigas preguntándote si Dios te ha perdonado
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9
Un alma en paz coopera mejor con el auxilio de Dios
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No conseguiremos liberarnos del pecado con nuestras propias fuerzas, eso solamente lo conseguirá la gracia de Dios. En lugar de rebelarnos contra nosotros mismos, será más eficaz que nos encontremos en paz para dejar actuar a Dios.
10
Los humildes no se espantan de sus pecados
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11
El color del verdadero arrepentimiento
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