Es muy importante para el compositor cristiano estar en constante comunión con Dios para cuando el alma de él ‘cantar’
Es muy importante para el compositor cristiano estar en constante comunión con Dios cuando el alma de él ‘canta’.
Las diferentes definiciones de la palabra inspiración se refieren al “estado del alma cuando es influenciada por una potencia sobrenatural”, como el propio diccionario nos dice. Tecnológicamente, hablamos en theopneustos, literalmente, “soplados por Dios” (2 Tm 3, 16), como ocurrió con la escritura de la Biblia.
Toda música viene de Dios y es inspirada por Él, una vez que el arte es producto del soplo del Espíritu Santo en nosotros ( a pesar de que algunas personas desvirtuen su don para desafiar al propio Dios). Sin embargo, hay momentos que la música es tan “inspirada”, “ungida”, que parece realmente haber venido del cielo. ¿Será que el Señor da la música así como en un toque de magia?
Todo es posible, pero lo más probable es que haya ocurrido de otra forma. En primer lugar, Dios da a algunos el don y la inteligencia musical. Con eso, ya es imaginable la composición de canciones maravillosas. Nuestro Dios es el gran artista. Bien, si estamos hechos Su imagen y semejanza (Gn 1:26), y si nuestro Dios es extremamente creativo, Él también nos ha dotado de la capacidad de crear. Ocurre que existe músicas muy bien organizadas y elaboradas, pero que la gente sencillamente ‘siente’ haber sido obra de la pura inteligencia humana. Eso ocurre tanto con músicas seculares como con músicas cristianas.
Y hay aquellas que tienen algo más, que están pegadas a Dios, que nos elevan. Esas son lo que llamamos “inspiradas por Dios”. La conclusión de todo eso es que en aquel momento, el compositor estaba en tal grado de intimidad con el Altísimo que consiguió registrar esta grandeza que vivía en forma de música. No es que Dios haya tomado su mano y haya escrito una canción. Él no hizo eso ni cuando inspiró a los escritores de la Biblia. Repito aquí que todo es posible porque el Señor no quita la libertad humana, pero lo que debe haber sucedido fue esa experiencia sublime de santidad. El alma transcendió y sencillamente cantó (de alegría, de paz, de amor, de alabar, de dolor…). Y es en este punto que conocemos una música inspirada: nuestro espíritu también vive una experiencia sobrenatural de alguna forma cuando la escucha.
Por eso es muy importante para el compositor cristiano estar en constante comunión con Dios para cuando su alma ‘cante. Recuerdo un día que me fui a dormir rezando y desperté con mi ‘cabeza’ cantando: “sin miedo de equivocar, de seguir adelante, seguro en sus manos, seguro en sus manos”. Después, el Espíritu Santo me ayudó a terminar y hoy esta música habla en la vida de tanta gente.
Quiero hablarte a ti, compositor, que a veces luchas tanto por una hermosa canción. Sé íntimo de Dios, abandónate en su presencia. A partir de esta intimidad, deja tu alma hablar, gritar, cantar, y veras la gloria de Dios en la Tierra traducida en forma de canción nueva que Él te inspira.
Por Flaviane Montenegro
Cantora y compositora
Cantora y compositora
fuente Canción Nueva
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