«Una cosa espléndida: el modo de actuar de Dios. Ante nuestra fragilidad, el Señor no retrocede. No permanece en su beata eternidad y en su luz infinita, sino que se hace cercano, se hace carne, desciende a las tinieblas, habita tierras extrañas a Él. Lo hace porque no se resigna a que podamos extraviarnos yendo lejos de Él, lejos de la eternidad, lejos de la luz. He aquí la obra de Dios: venir entre nosotros. Si nosotros nos consideramos indignos, esto no lo detiene. Él viene. Si lo rechazamos, no se cansa de buscarnos. Si no estamos preparados y bien dispuestos para recibirlo, prefiere venir de todos modos. Y si nosotros le cerramos la puerta en la cara, Él espera. Es precisamente el Buen Pastor. ¿Y la imagen más bella del Buen Pastor? El Verbo que se hace carne para compartir nuestra vida. Jesús es el Buen Pastor que viene a buscarnos allí donde nosotros estamos: en nuestros problemas, en nuestra miseria… Ahí viene Él»«Hoy los invito a la concreción. ¿Cuáles son las cosas interiores que yo creo que a Dios no le gustan? ¿Cuál es el espacio que considero sólo para mí y al que no quiero que Dios venga? Cada uno de nosotros sea concreto, y respondamos a esto. “Sí, sí, yo querría que Jesús viniera, pero esto, que esto no lo toque; y esto, no, y esto…”. Cada uno tiene su propio pecado, llamémoslo por su nombre. Y Él no se asusta de nuestros pecados: ha venido para curarnos. Al menos, hagámoselo ver, que Él vea el pecado. Seamos valientes, digamos: “Señor, yo estoy en esta situación, no quiero cambiar. Pero tú, por favor, no te alejes demasiado”. Bella oración, esta. Seamos sinceros hoy»
Francisco
Ángelus
02-01-2022
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