Evangelio según San Marcos 1,21b-28.
Jesús entró a Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar.
Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar:
"¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios".
Pero Jesús lo increpó, diciendo: "Cállate y sal de este hombre".
El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre.
Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: "¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!".
Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
RESONAR DE LA PALABRA
Queridos amigos y amigas:
Llevamos ya dos años de pandemia. Un pequeño organismo, un virus, está poniendo en jaque nuestra salud, nuestras sociedad, nuestra economía.. de una manera que nunca hubieramos pensado. Todas nuestra capacidad tecnológica y científica parece que no acaba de ser suficiente para liberarnos definitivamente de este invisible enemigo que ha surgido de repente. Las pandemias forman parte de la historia de la humanidad y dramaticamente han producido todas ellas grandes cambios en nuestra manera de vivir y de relacionarnos. Las concecuencias de esta que vivimos ahora las veremos con claridad con el paso del tiempo.
En la Palabra de hoy se nos muestran otros imprevistos de la historia: a Ana, mujer estéril, tras desear y orar al Señor, le es dado el hijo que tanto esperaba. Y de ese gozo, le sale el cántico que expone cómo Dios es capaz de dar la vuelta a las cosas, para que los últimos sean los primeros su proyecto siga su curso.
Leyendo el evangelio, me parece entender para qué vino Jesús: para dar la vuelta a las cosas. Porque no es normal, y no deberíamos acostumbrarnos a verlo así, que en el mundo domine el egoísmo, el odio o las desigualdades que deshumanizan. Él viene a poner las cosas en su sitio, lo cual pasa por cosas tan paradójicas como que “los últimos serán los primeros” o “amar a los enemigos”.
Hoy aparece sometiendo a los espíritus inmundos. Cada época tiene los suyos, con sus manifestaciones. Pero está claro que donde entra Jesús, se ponen a temblar. No hay sitio para ellos. Con su sola presencia...
Jesús comenzó a someter a los espíritus que pretenden destruir el proyecto de Dios. Desde entonces, la lucha continúa. Con las armas de Dios: saber mirar, discernir, reconocer, anunciar, denunciar, actuar, pedir perdón, reconciliar, acompañar, bendecir, entregar, devolver bien por mal, saber renunciar, volver a confiar... Para que el mundo deje de ser inmundo, recupere su dignidad y vuelva a ser lo que está llamado a ser.
Fuente Ciudad Redonda
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