Deseo y audacia
La curación del evangelio de hoy es el resultado de la confluencia de los deseos y la audacia de dos hombres: El afectado por la lepra, que se atrevió a acercarse a Jesús y deseó ser curado; y Jesús, que deseó curarlo y, por tanto, se acercó a él y lo tocó. Ambos desafiaron las injustas normas sociales de la época. El libro del Levítico había dado instrucciones detalladas sobre cómo tratar a los enfermos de lepra. Quien fuera diagnosticado como leproso debía vivir fuera del campamento, lejos de todos y como un paria social (Lev 13,46). Pero he aquí que un hombre "cubierto de lepra" se atreve a acercarse a Jesús y a expresar su esperanza en el amor de Dios. ¿Cómo podría Jesús negar la curación a un alma que conocía el corazón de Dios? La fe no sólo mueve montañas, sino también las manos y el corazón de Dios.
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