«Dios no confía solo en nuestros talentos, sino también en nuestra debilidad redimida. Esto, por ejemplo, lleva a san Pablo a decir que también hay un proyecto sobre su fragilidad. Así, de hecho, escribe a la comunidad de Corinto: «Para que no me engreía con la sublimidad de esas revelaciones, fue dado un aguijón a mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea […]. Por este motivo tres veces rogué al Señor que se alejase de mí. Pero él me dijo: “Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza”» (2 Cor 12,7-9). El Señor no nos quita todas las debilidades, sino que nos ayuda a caminar con las debilidades, tomándonos de la mano. Toma de la mano nuestras debilidades y se pone cerca de nosotros. Y esto es la ternura. La experiencia de la ternura consiste en ver el poder de Dios pasar precisamente a través de lo que nos hace más frágiles; siempre y cuando nos convirtamos de la mirada del Maligno que ‘nos hace mirar nuestra fragilidad con un juicio negativo’, mientras que el Espíritu Santo ‘la saca a la luz con ternura’»«San José, padre en la ternura, enséñanos a aceptar ser amados precisamente en lo que en nosotros es más débil. Haz que no pongamos ningún impedimento entre nuestra pobreza y la grandeza del amor de Dios. Suscita en nosotros el deseo de acercarnos al Sacramento de la Reconciliación, para ser perdonados y también capaces de amar con ternura a nuestros hermanos y a nuestras hermanas en su pobreza. Sé cercano a aquellos que se han equivocado y por esto pagan un precio; ayúdales a encontrar, junto a la justicia, también la ternura para poder volver a empezar. Y enséñales que la primera forma de volver a empezar es pedir perdón sinceramente, para sentir la caricia del Padre»
Francisco
Audiencia General
19-01-2022
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