jueves, 13 de febrero de 2025

Para tener los pensamientos de Cristo Jesús

Diversas corrientes psicológicas destacan cuanto influyen las emociones de manera notable en nuestras decisiones más importantes.

Cuando emociones intensas afectan nuestra percepción y juicio, impulsándonos a actuar de forma apresurada y, en ocasiones, poco razonables surge lo que se llama “sesgo emocional” El mismo acontece porque las emociones fuertes estimulan regiones del cerebro asociadas con la recompensa inmediata, lo que limita la habilidad para considerar los efectos a largo plazo.

Nosotros bien sabemos que la toma de decisiones fundamentada en la razón y la fe debe estar siempre enraizada en una relación profunda y constante con Dios. Las emociones son parte esencial de nuestra humanidad y deben estar ordenadas a la luz de la verdad divina. Santo Tomás de Aquino enseñaba sobre la virtud de la prudencia, virtud que implica discernir y elegir el bien verdadero en cada situación. La prudencia es don de Dios y trabajo nuestro que se cultiva a través de la oración, la reflexión, la lectura espiritual, la escucha atenta de la Palabra y la guía de directores espirituales.

San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, ofrece herramientas valiosas para el discernimiento de espíritus. Ignacio enseña que tanto la consolación como la desolación son estados que afectan nuestras decisiones, y es fundamental discernir de dónde provienen estos estados emocionales. La consolación verdadera nos lleva más cerca de Dios, mientras que la falsa consolación puede llevarnos a decisiones precipitadas.

El Papa Francisco, en su exhortación apostólica "Gaudete et Exsultate", nos recuerda que el discernimiento es un don que se debe pedir constantemente, especialmente en momentos de emoción intensa:

"El discernimiento es una gracia. Aunque incluya la razón y la prudencia, va más allá, porque se trata de un encuentro con el Señor que nos va guiando. Es algo muy importante para la vida de cada uno y para la Iglesia toda."


La palabra en el libro de los Proverbios nos previene, nos invita a confiar en el Señor con todo nuestro corazón y no depender de nuestra propia comprensión. Reconocer a Dios en todos nuestros caminos nos asegura una dirección recta.

Si miramos la vida de los santos podemos ver en Santa Teresa de Ávila un ejemplo de cómo las emociones fuertes pueden ser ordenadas a través de la fe. Ella experimentó emociones intensas, pero siempre buscó la voluntad de Dios a través de la oración y el discernimiento, incluso en medio de grandes alegrías o penas.

Integrar nuestras emociones bajo la guía de la razón y la fe e iluminados por el Espíritu Santo,  nos posibilitará tomar decisiones acordes a la voluntad de Dios. San Pablo nos recuerda en Filipenses 4:

"No se inquieten por nada, más bien, en toda ocasión, eleven oraciones y súplicas, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que supera todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús."

No hay comentarios:

Publicar un comentario