sábado, 22 de abril de 2017

LA PROFECÍA


¿Qué es un profeta?

Profeta es el que habla en nombre de Dios a sus hermanos creyentes, bajo la inspiración del Espíritu Santo para “edificarlos, exhortarlos y consolarlos” (1Cor 12,3) y "les revela el misterio de su voluntad para los tiempos que viven”.
Profeta es un mensajero de Dios.  Es la voz, como se definía S. Juan Bautista;  no es la Palabra.

¿Qué funciones tiene la profecía?

B) Funciones generales:
“MODULAR  PARA CADA GENERACIÓN, PARA CADA CIRCUNSTANCIA, PARA CADA HOMBRE ... ESA PALABRA DEL PADRE QUE ES JESÚS.”

B) Funciones particulares:
1.Revelar
No se trata de nuevas revelaciones, sino de sacar de nosotros mismos algo que permanecía oculto, algo que sirve para sanarnos del pasado, de recuerdos que nos tenían atados...
Puede revelar el futuro, pero no es su finalidad primordial. Deben someterse a discernimiento.

2. Dirección
Es una profecía que se da en un momento de discernimiento determinado a una persona o comunidad. Debe ser discernida  y confirmada por personas con autoridad en la materia.
3. Exhortar: animar (1Cor 14, 3-31)

Esta es la profecía que se da mayoritariamente en los grupos de oración de la R.C.. Es una profecía cuya finalidad es animar, fortalecer, alegrar, pacificar, serenar los ánimos, ahuyentar angustias y temores. Ayuda a crecer, amar, esperar, a convertirse (Ap 3, 19).
La comunidad con la profecía exhortativa se reaviva, se renueva, cobra fortaleza. Jesús habla de este Espíritu Santo: Paráclito, Consolador (Jn 14, 16; 15, 26; 16,7)

4. Denunciar (1Cor 14, 3-24)
Recordemos que la acción profética se resume en estos cuatro verbos:
          Destruir - Construir                  Denunciar - Consolar 
En el Apocalipsis, San Juan se dirige a las siete comunidades y les habla de lo que tienen de bueno y también de aquello que tienen que corregir.
En este caso la profecía se convierte en una fuerte llamada a la conversión.
Esta profecía se utiliza muy poco en la R.C. Esto no se debe a que el Señor no quiera corregir y purificar, sino a nosotros.

5. Edificación
Para S. Pablo esta es la función principal. Todo carisma debe edificar, es decir, construir a los hermanos y a la comunidad en el amor. Este es el fin de todo carisma.

6. Enseñar
La profecía está unida a la predicación: “El profeta es un hombre inspirado por el Espíritu Santo y habla de Dios, recuerda continuamente la Alianza, desvela los misterios escondidos que tocan el designio del amor divino sobre el hombre".

7. Inspiración
Incluimos como una forma de profecía la “inspiración” que puede tener un hermano/a en un momento dado y que está llamada a “suscitar una respuesta” o a tomar una determinada decisión. No es una profecía de información para la comunidad.
Esta profecía hace crecer en la alabanza y adoración a Dios.

8. Palabras de Consolación
Tienen el matiz de consolación del profeta Isaías. Es una de las formas de profecía que más necesita la persona y las asambleas de oración. Esta profecía nos lleva al corazón misericordioso de Dios y nos va persuadiendo a su ternura inagotable para con nosotros.

9. Llamada a la conversión
Esta profecía -cercana a la de denuncia-  nos invita a cambiar de vida, a romper con ataduras o ídolos. No es fácil para el profeta, que corre el riesgo de callarse y dar solamente profecías de consolación. La misma asamblea corre también el riesgo de cerrarse a las llamadas de conversión  e instalarse en un cierto “conformismo espiritual”.

¿Cómo puede transmitirse una profecía?

Oráculo
Es la forma más simple, directa y la más usual:
“Hijos míos...” “El Señor dice...”
Canto profético
Suele darse en el contexto de la adoración o alabanza.
Revelación
Sería la revelación que Dios hace a un hermano de lo que Él está haciendo en el momento presente en un lugar determinado.
Ayuda a aumentar la fe de la comunidad orante en la acción de Dios.
Visiones
Hay hermanos/as que no reciben del Señor un mensaje, sino más bien una imagen que debe ser interpretada (ej. José viendo al sol, la luna y las estrellas venir a adorarlo).
Deben ser discernidas adecuadamente.

Mensaje en lenguas y su interpretación
Acciones proféticas
Son símbolos, gestos o acciones que transmiten realidades espirituales y tienen un valor profético (Jesús lava los pies a sus apóstoles)

Profecía dentro del contexto del grupo de oración
Dentro del contexto de la oración el don profético puede manifestarse para el momento del grupo o para sus miembros. No siempre tiene que llevar la forma de “oráculo”. Es frecuente que al principio se trasmita la profecía a través de un texto de la Biblia que impacta en la Asamblea de oración. Ej. “Sé ferviente y arrepiéntete”.  Este modo tiene el inconveniente de que otros hermanos imitan citando más frases de la Biblia y rompiendo la unción que puede producir en la oración la palabra profética.

 EL LARGO CAMINO DEL DISCERNIMIENTO
“El discernimiento es la capacidad de penetrar a través de las apariencias exteriores para descubrir en el fondo si el origen de una moción es Dios, el hombre con sus impulsos naturales o el mal”.
El P. Tom Forrest dice de los carismas en general: “Los carismas, con el discernimiento, son muy provechosos; sin él, más bien dañan”. Y añade: “Necesitamos imperiosamente los dones; pero si queremos todo su poder debemos usarlos con gran sabiduría”.
LOS CARISMAS SON LOS MENSAJEROS Y NO EL MENSAJE.
SON SIGNOS QUE SEÑALAN A JESÚS Y NO A SÍ MISMOS.

IDENTIFICANDO EL DON PROFÉTICO
Los datos que aporta la Escritura son más bien de tipo negativo. Podemos echar mano de cuatro criterios que ofrecen una firme garantía:

1º. La vida del profeta:
“A una persona que no vive una fuerte y consistente vida cristiana no se le debe permitir actuar como líder del pueblo de Dios”
“Un profeta debe ser un hombre/mujer psicológicamente sano/a”.

2º. La manifestación de los dones espirituales:
- El profeta ejerce un servicio a la comunidad que debe dar frutos espirituales en ella.
- El ejercicio de la profecía se hará en el marco de dos virtudes fundamentales: la caridad y la prudencia.
- Para reconocer a un profeta, éste debe haber ejercido el don de profecía de un modo constante y habitual. Se requiere un tiempo, ordinariamente largo para probar la autenticidad del profeta. Hay dones de profecía que se manifiestan ocasionalmente.

3º. La sumisión a la autoridad :
Una vez más, la piedra de toque para determinar si a una persona debe permitírsele ejercitar la profecía o no, es la  obediencia. Esta autoridad puede ser la comunidad como tal, o personas que por su experiencia, entrega al Señor, discernimiento, autoridad moral, conocimiento espiritual, apertura al Espíritu, son las que pueden prestar un gran servicio en tan delicado aspecto. En última instancia son los sacerdotes y los obispos. Son ellos y no los profetas los que tienen la última palabra.
“El puesto del profeta es profetizar, pero el de los cabezas de la comunidad es juzgar la profecía”.

4º. Crecimiento en el don de profecía:
Se crece en el don de profecía creciendo en las virtudes que están relacionadas con ella: (fe, sumisión, paciencia, caridad, entrega, servicio, humildad...)
El verdadero profeta crece en santidad, hace crecer su don y suscita y ayuda a otros hermanos que están empezando a ejercer su don profético.

RECONOCIENDO LOS PROFETAS:
Ø Una comunidad debe ser apta para identificar a sus profetas.
Ø Los dones espirituales requieren tiempo para revelarse en plenitud. Un juicio precipitado es peligroso. El profeta debe manifestar su don y sentirse llamado al servicio profético.
Ø Necesitamos mucha sabiduría para discernir los dones del pueblo de Dios.
Ø El profeta está sujeto a la autoridad de la comunidad, de la Iglesia.
Ø El profeta debe ser persona bien conocida en la comunidad. Por eso una profecía dada por un visitante ocasional del grupo de oración  debe ser recibida con precaución y discernida cuidadosamente por sus responsables.
Ø La comunidad debe dar cauces para que el profeta pueda crecer y desarrollar su don profético.

CRITERIOS DE DISCERNIMIENTO DE LA PROFECÍA :
Verdadera profecía
Es el mensaje que viene de Dios. Generalmente no se da aislada, sino dentro del contexto de la vida espiritual del grupo. Alienta, consuela, denuncia, fortalece, da paz, hace sentir la presencia del Señor, incita al arrepentimiento y a la conversión.
La profecía edifica a la comunidad. Hay una respuesta de alabanza y agradecimiento ante la presencia de Dios que  habla y nos toca el corazón.
Falsa profecía
No suele presentarse con frecuencia. Es relativamente fácil de discernir. Ordinariamente suele tener un contenido contrario a la doctrina de la Iglesia. Se expresa en palabras agresivas, condenatorias, etc... Sus efectos son negativos, produce en la comunidad falta de paz, angustia, ansiedad... Hay situaciones que favorecen la falsa profecía, son: personas que han estado implicadas en el ocultismo; divisiones del grupo; situaciones de pecado; un grupo deseoso de carismas llamativos y espectaculares.
No-profecía
Es un mensaje que viene de nuestra parte humana, nuestro pensamientos, sentimientos, emociones, etc.. y que está trasmitida en forma de profecía.
 No es mala, ni daña al grupo, pero no tiene el poder que viene de Dios.
Mala profecía
No es falsa profecía. Es una profecía en la que está mezclado lo que viene de Dios y lo que viene de nosotros y por eso hay dificultades para oír la palabra de Dios en todo su poder y claridad. Estas profecías dan la impresión de no estar suficientemente depuradas.
·Profecía impura: Se mezcla lo humano y lo divino. Suele aparecer influida por ideas religiosas de la persona, emociones, problemas, razonamientos  o esquemas humanos. A veces  la palabra profética es verdadera en su contenido pero está envuelta en un tono frío o amenazador que viene de la personalidad del profeta.
·Profecía débil: Es como una llamada telefónica en la que la voz llega débil, “sin fuerza”. Puede sonar a tópicos comunes. El hermano/a que la recibe puede no tener fuerza para transmitirla o ser una persona tímida.
·Profecía chapucera: Se refiere al modo de ser proclamada. Va envuelta en expresiones incorrectas. Falta la correspondiente “vestimenta”, es decir el revestimiento lingüístico adecuado.
     Estas llamadas “malas profecías” pueden aparecer en los comienzos de las manifestaciones proféticas de un hermano/a. Los responsables de la comunidad junto con el director espiritual deben ayudar para que este don llegue a su plenitud.

ORIENTACIONES PASTORALES :

1º. No despreciemos la profecía.
Esta es una insistencia de San Pablo en sus cartas. A pesar de ser un don complejo y que presenta dificultades debemos estimarlo y suscitarlo en nuestros grupos en su justa medida. La profecía en nuestros grupos de oración es un don importante.
No es bueno para la Renovación Carismática abusar de términos como “Dios me ha dicho...”, conducen a un cierto iluminismo y pueden llevar a personas sencillas y temerosas de Dios a poner en práctica aquello que se les dice ser “cosa de Dios”.

2º. Se debe fomentar discretamente.
·        Pedir este don para el grupo
·        Dar enseñanzas adecuadas sobre el tema para enseñar una sana apertura a este don y un buen uso del mismo.
·        Clarificar fuertemente que la profecía “es uno de los medios de comunicarse Dios a su pueblo, pero no es la única manera, ni siquiera la habitual”.
La pedagogía ordinaria del Señor y su modo de proceder habitual es que su voluntad nos la vaya manifestando progresivamente a través de muchos modos, frecuentemente muy sencillos: la oración, la lectura de un libro, un consejo, un acontecimiento, una situación...
·        Ayudar a los hermanos/as que tienen un don incipiente de profecía, en su formación, facilitándoles libros, instrucciones, etc, de personas competentes en la materia.
·        No llevar al grupo a un deseo desordenado del don de profecía, “anhelando” continuamente durante la oración las profecías y sintiéndonos defraudados cuando no las hay.
·        Enseñar al grupo a acoger la profecía que suele aparecer en momentos de recogimiento, adoración, silencio, en clima de oración profundo, después de un canto en lenguas...

3º. Apoyar al que ejerce el don de profecía.
·        Los servidores deben apoyar, respaldar y ayudar a crecer en los dones a los hermanos/as  en los que Dios suscita este don.
·        Todo don, que es gratuito, debe suscitar una llamada a la humildad y al sometimiento.
·        El mutuo intercambio de experiencias entre personas que son instrumentos del Señor a través de la profecía es muy importante.

4º. La profecía debe ser gobernada.
Difícilmente la profecía podrá ser ejercida correctamente y con eficacia si no es gobernada con acierto.
A los servidores les corresponde, por tanto, supervisar el ejercicio de la profecía, del mismo modo que velan por los demás aspectos del grupo de oración. Y al profeta le corresponde dejarse juzgar y someter a discernimiento todo lo que Dios le comunica.
Siempre debe existir una autoridad a la que esté sometida la profecía. En el grupo son los servidores; en los Encuentros o Retiros debe haber un equipo de discernimiento de la Palabra. 

OTRAS PAUTAS IMPORTANTES PARA DISCERNIR:

  • Existe -ciertamente- la profecía en la R.C., Pero no todas las que se proclaman en una reunión de oración son auténticas.
  • Cuando un grupo ora, celebra la Palabra, invoca al Espíritu, éste actúa, poniendo en personas sencillas que se abren a su presencia palabras proféticas que edifican a la comunidad.
  • La profecía es breve y concisa. Su lenguaje es claro y preciso. No necesita aclaraciones superfluas ni aporta razonamientos excesivos.
  • La profecía no está para acusarnos de nuestros pecados y revelarlos a la comunidad.
  • La verdadera profecía está de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia.
  • Los frutos que la profecía produce en los miembros de la comunidad son un criterio valiosísimo de discernimiento.
  • Es mucho más fácil llegar a discernir cuándo una profecía es falsa que cuándo es verdadera.
  • 1 Tes 5, 19-21. “No despreciéis las profecías”. A las profecías exhortativas parece referirse S. Pablo en este texto. Aquellas que se dan para animar, exhortar, impulsar... Bastaría, en esta profecía, excluir la profecía falsa y la inoportuna; la otra se tiene en cuenta porque edifica a la comunidad.
  • Cuando en un grupo se prodiga demasiado la profecía, se debilita su impacto y se corre el riego de “incredulidad” sobre ella.
  • La profecía no tiene un valor de obligatoriedad. Escuchada una profecía, debemos usar los medios comunes en la Iglesia para conocer la voluntad de Dios respecto a una determinada persona o proyecto.

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