San Norberto, obispo
Den… a Dios lo que es de Dios. (Marcos 12, 17)
¡Qué extraordinaria y clara es la sabiduría de Jesús! Los fariseos y los herodianos, queriendo hacerlo tropezar, le preguntaron algo sobre la ley, porque pensaban que de cualquier manera que respondiera iba a ofender a alguien. En realidad, los jefes de los sacerdotes buscaban una excusa para arrestarlo. Jesús ya tenía fama de ser “radical” y la pregunta sobre el impuesto era una trampa segura, o por lo menos así lo creían. Pero Jesús no se dejó atrapar en las complejidades políticas y religiosas de la pregunta; más bien, fue de lleno al grano de la cuestión.
La respuesta sencilla pero profunda de Jesús dejó sin habla a quienes querían hacerlo caer. La moneda que le mostraron llevaba estampada la imagen del César y por consiguiente era propiedad del César; tal como todos los humanos llevamos la imagen de Dios estampada en el corazón y por ende somos propiedad de Dios.
¿De dónde recibió Jesús una sabiduría tan extraordinaria para rebatir a sus detractores? Del Espíritu Santo, porque durante toda su vida él fue un instrumento puro y fiel de la voluntad divina. Los creyentes también hemos sido escogidos por el Señor para aceptar un llamamiento tan sublime y concreto como éste. Cristo nos pide que le confiemos nuestro corazón, es decir, que le demos a Dios lo que es de Dios. El Señor sabe que mientras no conozcamos bien nuestra verdadera identidad cristiana seguiremos teniendo dudas, preocupaciones e inseguridades respecto a nuestra fe y muchas otras cosas. La auténtica ciudadanía del cristiano está en el cielo; por eso el Señor nos ha mostrado el camino, para que cada uno ascienda a la morada de la Majestad divina y viva en su gloriosa presencia para toda la eternidad.
Querido hermano, el Señor te invita hoy a tomar la decisión de amar a Dios y a tu prójimo, perdonar a quienes te hayan ofendido, orar por tu país y tus gobernantes, y obedecer la Palabra de Dios. Si te entregas de corazón a Cristo, también llegarás a ser un instrumento del Señor en la tierra. Seamos todos templos dignos de Dios y testigos vivos de la presencia y la acción del Espíritu Santo.
“Dios eterno y todopoderoso, ilumina a tus hijos con el espíritu de santidad para que seamos dóciles a tus designios divinos y verdaderos hijos tuyos.”Tobías 2, 9-14
Salmo 112(111), 1-2. 7-9
fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros
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