viernes, 14 de julio de 2017

Evangelio según San Mateo 10,16-23. 
Jesús dijo a sus apóstoles: "Yo los envío como a ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en las sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre." 

RESONAR DE LA PALABRA

Bonifacio Fernández, cmf
Queridos hermanos:
La buena noticia que recibimos hoy está transida de fe y de realismo. Refleja una viva experiencia del camino de la misión cristiana, de sus dificultades y de sus motivaciones. Las comunidades que están detrás del texto evangélico han experimentado ya la dureza de la misión. El texto lo expresa con la metáfora elocuente: como ovejas entre lobos.
Continuar la misión de Jesús es peligroso. Se invita a tomar conciencia de ello. El peligro viene tanto de la gente como de la propia familia.
Otra metáfora de tipo animal expresa la confianza y la prudencia en la realización de la misión: sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas.
El acento del evangelio está puesto en la confianza, sean cuales sean las vicisitudes históricas de la misión. Hay que contar con la persecución, con la expulsión de las sinagogas, con el procesamiento. Pero no os preocupéis. El Espíritu de vuestro Padre está con vosotros, hablará por vosotros.
La misión va para largo. Se abre con Jesús. Se continúa con los seguidores de Jesús que se hacen misioneros itinerantes. Está en marcha… No se ofrece a los misioneros promesas de éxito; no se les evita el fracaso. Hay que contar con la oposición y con el sufrimiento.
Recordar hoy estas dimensiones de la misión significa ver con naturalidad lo que nos sigue pasando. Y sobre todo reafirar la confianza básica de que el Espíritu no abandona la obra del Mesías. Sigue actuando en los enviados. Y todos los bautizados hemos recibido la gran misión. No hay nadie pasivo. Ninguno somos imprescindibles. Todos somos necesarios para llevar adelante el sueño de Dios sobre la humanidad.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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