Que sólo una cosa nos preocupe: alejar todo motivo de enfado y conservar la paz en nuestros hogares.
Amados hijos, conociendo la utilidad de las tribulaciones, seamos pacientes y no nos lamentemos ante ellas; seamos, también, apacibles para con todos, especialemente con nuestras esposas. Y permanezcamos atentos, para soslayar las ofensas que nos dirijan con o sin razón. Al contrario, que sólo una cosa nos preocupe: alejar todo motivo de enfado y conservar la paz en nuestros hogares, de tal forma que cada esposa ame más a su esposo y cada esposo busque a su mujer como un puerto seguro en medio del ruido y la confusión exterior, encontrando en ella el consuelo necesario.
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