No conviertas tu oración en esclava de tus caprichos. No digas, torpemente: "¡No tengo ganas de orar!". Esto es una ofensa ante Dios, una verdadera blasfemia.
Que la oración sea una ley para ti. Es un asunto de vida o muerte. Porque no respiras cuando quieres, no es algo que hagas por antojo. No te preguntas: “¿Para qué respirar? ¿Por qué tendría yo que respirar?”. Lo único que sabes es que si no respiras, mueres.
Lo mismo pasa con la oración. No es un asunto negociable. Mejor repítete: “¡Es un mandamiento, con eso me basta!”. Hazte de un canon de oraciones y cúmplelo con perseverancia.
(Traducido de: Jean-Claude Larchet, Ține candela inimii aprinsă. Învățătura părintelui Serghie, Ed. Sophia, București, 2007, p. 111) fuente Doxologìa
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