miércoles, 12 de julio de 2017

Meditación: Mateo 10, 1-7


“El Reino de los cielos se ha acercado.” (Mateo 10,7)

Podría pensarse que los judíos fieles que oyeron esta proclamación seguramente se sintieron inclinados a reformarse para estar bien preparados para la llegada del Reino, ya que tanto Jesús como Juan el Bautista acompañaron el anuncio del Reino con una llamada al arrepentimiento. Pero prepararse para el Reino de los cielos no significa hacer “unos cuantos cambios” superficiales de prácticas y actitudes. Lo que se necesita es que cada persona “nazca de nuevo” (v. Juan 3,7).

Por ejemplo, cada vez que te confiesas sacramentalmente comienzas de nuevo con el alma limpia y realmente te acercas más al Reino de los cielos. ¡Es cierto! El Sacramento de la Reconciliación trae el Reino de Dios a la vida humana de un modo inmediato, porque si rechazamos de raíz el pecado, recibimos el perdón y nos reconciliamos con Dios y con el prójimo. Pero aparte de purificarnos, este sacramento realmente tiene el poder de quitar los obstáculos que bloquean nuestra experiencia del Reino de Dios y abre el camino para una experiencia más profunda y personal con Jesús, nuestro Señor.

Probablemente todos hemos pensado que el mundo sería mucho mejor si se viera en la práctica la evidencia del Reino de Dios: las familias serían más alegres, los vecindarios más apacibles, las escuelas serían lugares de estudio relajado y armonioso, las iglesias estarían llenas de creyentes. Pero la verdad es que a todos nos toca aportar nuestro granito de arena para hacer presente el Reino de Dios en el mundo. Si somos dóciles a la gracia de Dios, para que nos motive y nos transforme, la gente que nos rodea se dará cuenta de que Dios es verdadero y verán que el Reino está realmente “a la mano.”

Así pues, deja que el Espíritu Santo quite de ti todo lo que no sea compatible con el Reino de Dios. Cuando llevas estos aspectos a la Confesión, dejas que el Reino de Dios se haga presente en tu vida cada vez más y tú te llenas del Espíritu Santo. Esto significa que tus palabras, tus acciones y hasta tu misma presencia pueden tener un efecto elocuente y transformador en el mundo que te rodea.
“Padre eterno, te doy gracias por el Sacramento de la Reconciliación, porque así puedo entrar más plenamente en tu Reino y hacerlo presente en mi mundo.”
Génesis 41, 55-57; 42, 5-7. 17-24
Salmo 33(32), 2-3. 10-11. 18-19

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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