martes, 11 de julio de 2017

Meditación: Mateo 9, 32-38


San Benito, abad

El Señor quiere que le pidamos al Padre que envíe más “obreros” que vayan a trabajar en su viña; la necesidad de discípulos que den a conocer a Jesús es muy grande. Como lo dijo San Juan Pablo II: “La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia, está aún lejos de cumplirse… una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio” (Encíclica Redemptoris missio 1). ¡Hay una necesidad enorme y Cristo nos está llamando a ti y a mí!

¿Cómo puede uno prepararse para ser obrero en el Reino de Dios? ¿Cómo se puede ser más eficaz en la misión de llevar a otros a conocer el Evangelio y recibir a Cristo en su corazón? Hay varios elementos que son imprescindibles: la oración, la meditación en la Palabra de Dios, el conocimiento básico de las doctrinas, la vida sacramental y la experiencia práctica.

Pero lo más importante es tener una relación personal con Jesucristo, vivir en comunión con el Dueño de la cosecha. Si uno aprende a conocer el corazón de Dios en la oración, se llena más del amor divino y así está en mejores condiciones para amar a los demás con el amor del Señor.

Para ello hay que hacer oración basada en la reflexión de la Palabra de Dios. Así se aprende a conocer la sabiduría de Dios y uno, leyendo repetidamente, puede grabársela en la mente y esto es decisivo para llevar a otras personas al Señor. Pero lo más importante en la obra de evangelización es tener el profundo deseo de que tal o cual persona, sea como sea, también llegue a conocer al Señor y salvarse.

La Iglesia nos pide participar activamente en la Nueva Evangelización, y lo menos que podemos hacer es preparar un plan de cómo y a quiénes vamos a dar testimonio de Cristo. Escoge a una o dos personas que estén alejadas del Señor y ora por ellas. Procura trabar amistad, conversando y compartiendo, y espera el momento propicio para mencionar al Señor y hablar de lo mucho que la fe te ha ayudado en tu vida. Lo importante es sembrar la semilla, el Señor hace el resto. De esta manera serás obrero en la viña del Señor.
“Padre celestial, Dueño de la cosecha, envíame al mundo a reunir discípulos para tu Hijo; encárgame la misión y lléname del poder de tu Espíritu Santo para que así trabaje yo con gozo y eficacia en tu Reino.”
Génesis 32, 23-33
Salmo 17(16), 1-3. 6-8. 15

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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