Si el padre se siente agobiado por sus preocupaciones, pensamientos o aflicciones, no sólo se perturba a sí mismo, sino también a toda su familia.
Ustedes mismos pueden comprobar cómo nuestros pensamientos y anhelos pueden provocar unidad o división en nuestras familias. Si el padre se siente agobiado por sus preocupaciones, pensamientos o aflicciones, no sólo se perturba a sí mismo, sino también a toda su familia. Todos los que viven en la casa se sienten apesadumbrados, no tienen paz ni consuelo. Él, como cabeza del hogar, debe irradiar bondad y compartirla a toda la familia. Así somos nosotros, “un aparato que piensa”.
Cuando era joven, yo no sabía que nadie tiene el derecho de deshonrar a sus padres, tanto a los biológicos como a los espirituales. No tenemos permiso para ofenderlos con nuestros pensamientos. En esos años, ignoraba que las injurias tienen consecuencias graves en todos.
Por esto, me tocó sufrir mucho por haber acusado a mi padre en mis pensamientos, aunque ya no me puedo arrepentir por ello. Mi papá era un hombre tranquilo, sereno, manso, lleno de una bondad excepcional. Nunca le ví enfermo, porque siempre rebosaba una especial paz interior; estoy convencido de que sus órganos funcionaban muy ligeros. Siempre consideró su propia vida como una demostración. No se sentía ofendido si alguien le insultaba... nada lo alteraba. Yo hubiera sido completamente feliz si hubiera heredado su carácter. Pero nosotros, los hombres, en gran parte heredamos lo que proviene de nuestras madres, mientras que las mujeres lo hacen de los padres.
Las personas no saben por qué sucede esto, por qué en una familia nacen sólo niñas, y en otra sólo niños. No saben por qué sucede esto, no lo comprenden, pero el Señor nos enseñó por qué y cómo es que esto ocurre. Depende mucho del temperamento de los padres. Si es similar en ambos padres, engendrarán tanto niños como niñas, pero si el de la madre es más fuerte, gestará varoncitos; si, al contrario, el temperamento del padre es predominante, tendrán más niñas.
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