viernes, 8 de septiembre de 2017

Evangelio según San Mateo 1,1-16.18-23. 
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham fue padre de Isaac; Isaac, padre de Jacob; Jacob, padre de Judá y de sus hermanos. Judá fue padre de Fares y de Zará, y la madre de estos fue Tamar. Fares fue padre de Esrón; Esrón, padre de Arám; Arám, padre de Aminadab; Aminadab, padre de Naasón; Naasón, padre de Salmón. Salmón fue padre de Booz, y la madre de este fue Rahab. Booz fue padre de Obed, y la madre de este fue Rut. Obed fue padre de Jesé; Jesé, padre del rey David. David fue padre de Salomón, y la madre de este fue la que había sido mujer de Urías. Salomón fue padre de Roboám; Roboám, padre de Abías; Abías, padre de Asá; Asá, padre de Josafat; Josafat, padre de Jorám; Jorám, padre de Ozías. Ozías fue padre de Joatám; Joatám, padre de Acaz; Acaz, padre de Ezequías; Ezequías, padre de Manasés. Manasés fue padre de Amón; Amón, padre de Josías; Josías, padre de Jeconías y de sus hermanos, durante el destierro en Babilonia. Después del destierro en Babilonia: Jeconías fue padre de Salatiel; Salatiel, padre de Zorobabel; Zorobabel, padre de Abiud; Abiud, padre de Eliacím; Eliacím, padre de Azor. Azor fue padre de Sadoc; Sadoc, padre de Aquím; Aquím, padre de Eliud; Eliud, padre de Eleazar; Eleazar, padre de Matán; Matán, padre de Jacob. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. Este fue el origen de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto. Mientras pensaba en esto, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: "José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados". Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: "Dios con nosotros". 


RESONAR DE LA PALABRA

Ciudadredonda
Tenemos una misión

Hoy celebramos una advocación mariana muy querida del pueblo cristiano. Los textos bíblicos no hablan de cuándo ni dónde ni de quiénes nació María, pero lo que no dice el texto sagrado, lo suple la devoción y tradición de los cristianos. Y bajo esta advocación mariana de la Natividad de María muchos pueblos celebran sus fiestas patronales, sobre todo en España.
No nos resignamos a no decir nada de algo tan entrañable como el nacimiento de una persona tan importante. Y la liturgia nos invita a recordar y vivir aquel día en que María como aurora luciente brilló en el firmamento de la historia anunciando al Sol que nos traía la salvación, su hijo Jesús. Toda la grandeza de María proviene del Hijo que Dios le regaló. Y al Hijo directamente se refieren los textos que nos propone la liturgia.
La profecía de Miqueas anuncia la grandeza de Belén, porque en este pequeño pueblo nacerá Jesús.
El texto de Mateo se centra en la cadena de generaciones cuyo último eslabón no es un personaje más, sino el único, definitivo y extraordinario hijo nacido de una “virgen”. La maternidad de María no es obra de José sino del Espíritu Santo.
El conflicto íntimo que surge en José tiene en el evangelio de Mateo un sentido muy profundo: se siente perplejo y desconcertado ante el embarazo de su prometida esposa y lleno de temor reverencial ante un misterio que le desborda. La instintiva reacción de huida ante la presencia del misterio de Dios es una constante en los relatos de vocación de todos los grandes personajes del antigua Testamento. Y esto es probablemente lo que el evangelista quiere contarnos a través del drama humano de su relato: la “vocación” de José como padre al servicio del misterio de la salvación.
La participación de María y José en los planes de Dios es diversa. La misión de María consiste en tener a ese hijo y ser la madre de Jesús. La misión de José es “ponerle nombre”.
Todos tenemos nuestra misión que cumplir en el plan de Dios. El nacimiento de María nos llena de alegría y de confianza, pues las obras de Dios siempre tienen comienzos y medios humildes y no siempre fáciles de comprender.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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