sábado, 9 de septiembre de 2017

Meditación: Lucas 6, 1-5


San Pedro Claver, presbítero

El Hijo del hombre también es dueño del sábado. (Lucas 6, 5)

San Lucas escribió su evangelio para comunidades de cultura principalmente griega, que no conocían bien las tradiciones judías, por eso enfatizaba con frecuencia las confrontaciones de Jesús con los fariseos. En efecto, cuando éstos acusaron a los discípulos de no respetar el día de reposo, Cristo los defendió rápidamente, señalando que sus acciones no infringían la ley. En este caso, como en otros, Jesús demostró que no había venido a abolir la ley, sino a cumplirla.

El Señor veía que los fariseos trataban de controlar los planes de Dios, para lo cual establecían normas muy estrictas e incluso superiores a las exigencias de la ley. Por ejemplo, su interpretación de la ley respecto al Shabbat, el día de reposo, giraba en torno a lo que no debía hacerse en ese día. Por otro lado, Jesús quería definir el espíritu de la ley e invitar a su pueblo a sentirse libre de las obligaciones diarias, a fin de poder entrar en su presencia y adorarlo. Dar atención excesiva a lo que estaba prohibido era perderse la invitación a descansar y recobrar fuerzas.

Al cruzar los trigales, los discípulos tuvieron la oportunidad de gozar de la compañía de Jesús, libres de las multitudes que siempre seguían al Señor, de modo que era una excelente ocasión para acompañarlo de cerca. Podían orar con él y percibir su profunda armonía con el Padre. El reposo y la quietud del sábado eran partes importantes de su relación con Cristo. El hecho de sentirse reanimados con él de esta forma, les permitiría soportar las exigencias del ministerio que Jesús les encomendaba.

Incluso en nuestra época, Dios desea que el día de reposo sea una oportunidad para experimentar la libertad y la alegría de la salvación. Nosotros, como los fariseos, podemos dejar de trabajar para cumplir la ley al pie de la letra, o bien, aquietar el corazón y reposar en la presencia de Cristo. Hoy, al prepararnos para el domingo, nuestro día de reposo, roguémosle a Jesús que nos permita ver el amor de su corazón y ser reconfortados, a fin de estar bien preparados para la semana venidera.
“Padre eterno, te doy gracias por concederme un día cada semana para dedicarlo especialmente a la comunión contigo. Gracias por enviarnos al Espíritu Santo, que me capacita para acercarme personalmente a ti día a día.”
Colosenses 1, 21-23
Salmo 54(53), 3-4. 6. 8

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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