martes, 12 de septiembre de 2017

Meditación: Lucas 6, 12-19


Santo Nombre de María

Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios. (Lucas 6, 12)

¿Cómo era la oración del Señor? A juzgar por lo que decía y hacía, su oración era una plegaria llena de confianza en el Padre, de total abandono a su voluntad, de completa aceptación de su misión de salvación. Sólo a partir de la profunda y constante oración, sustentada por la acción del Espíritu Santo, que tan profundamente animaba su ser desde niño, podía Cristo recibir el poder y la luz necesaria para seguir obedeciendo al Padre y cumplir su obra divina de salvación del género humano.

Esa noche, al concluir su oración, bajó del cerro y escogió a sus doce apóstoles, sin duda con una iluminación sobrenatural. Era esta dimensión divina y humana la que cautivaba a la gente, que se reunía para escuchar sus enseñanzas y ser sanados de sus enfermedades. La Palabra de Dios les llenaba el corazón y sentían renacer en su interior la esperanza de que la vida fuera mejor.

Hoy la vida es muy agitada y llena de complicaciones; por eso es preciso unirse más que nunca a Cristo mediante la oración sincera y profunda, para recibir el poder del Espíritu Santo y la sabiduría de la Palabra de Dios. Sólo así podremos enfrentar la maldad del mundo y producir un cambio en la sociedad.

El cambio en la sociedad tiene que empezar con cada uno de nosotros. Si todos nos proponemos renunciar a las inclinaciones al egoísmo, la crítica, la condenación y la violencia en nuestra propia vida, y más bien nos proponemos tratar a los demás con bondad y amabilidad, tratando de disculpar los errores y perdonar las ofensas, el nivel de violencia y el afán de venganza irán disminuyendo en nuestra sociedad y en el mundo.

Pero no podemos hacerlo con nuestros propios medios; tenemos que pedir la fuerza y la sabiduría del Espíritu Santo y dedicarnos a la oración profunda, la adoración a Dios, el arrepentimiento propio y la intercesión por nuestros familiares y amigos y por los gobernantes del mundo. Y no es necesario subir al monte a orar, pero es muy posible que una oración como ésta nos lleve toda la noche.
“Señor, Espíritu Santo, enséñanos a hacer frente con tu gracia a la violencia, la corrupción y el pecado que nos acecha por todos lados. Contigo sabremos qué hacer en cualquier momento.”
Colosenses 2, 6-15
Salmo 145(144), 1-2. 8-11

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

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