miércoles, 18 de octubre de 2017

Meditación: Lucas 10, 1-9

San Lucas, evangelista
El único que me acompaña es Lucas. (2 Timoteo 4, 11)

Hay tanto que se podría decir sobre San Lucas. Fue un leal hermano en Cristo y compañero de apostolado de San Pablo hasta el final de sus días. Entre su Evangelio y el Libro de los Hechos, contribuyó más al Nuevo Testamento que cualquier otro autor. Era un hombre educado y un evangelista dedicado, que viajó cientos de millas para predicar el Evangelio a los gentiles. Fijémonos en uno de sus atributos más entrañables y menos comentados: su amor a Dios por su misericordia infinita e incondicional.

Las parábolas y cuentos que relata Lucas, especialmente los que no aparecen en otros evangelios, pintan un retrato vivo de la paciencia que Dios tiene con los pecadores. Algunos nos sorprenden, pues vemos que Dios busca a la población marginada y la acoge en su Reino. He aquí algunos ejemplos:

• La parábola del buen samaritano (Lucas 10, 30-37), en la que un enemigo de los judíos demuestra misericordia. Luego en Lucas 17, el Señor sana a diez leprosos, pero el samaritano es el único que vuelve a darle gracias. A Dios no le preocupan las “etiquetas”, sólo quiere ver un corazón receptivo.

• La parábola del fariseo y el publicano (Lucas 18, 9-14) presenta otra sorpresa: alguien tan detestable como un recaudador de impuestos puede ser aceptable a Dios. Y luego está Zaqueo, el publicano arrepentido, que recibe una invitación a cenar con Jesús en el capítulo 19.

• La parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) nuevamente nos deja azorados al ver que el Padre celestial perdona incluso a los más “indignos” y en el capítulo 7, a una pecadora que unge los pies de Jesús, mientras un fariseo la mira con actitud de censura e incredulidad.

Dios está deseoso de extender su misericordia a cualquier persona, mensaje que Lucas quiso proclamar siempre y en todas partes. Así pues, cuando hagas tu oración hoy deja que esta verdad te llene el corazón; que Lucas te convenza de la misericordia que Dios derrama sobre ti y sobre todos los demás. Deja que te asegure que no hay pecado que Dios no perdone, y que tal convicción te ayude a la hora de tener compasión con quienes te rodean.
“Señor Jesús, yo creo que tú eres misericordioso con todos. San Lucas, ora para que yo también sea un instrumento de la misericordia de Dios.”
2 Timoteo 4, 9-17 
Salmo 145(144), 10-13. 17-18
Fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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