jueves, 13 de febrero de 2025

CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA

Confía en el amor de Dios y déjate guiar por Él, porque la confianza es importante en todos los sentidos y es fundamental para vivir la Divina Providencia.


La Divina Providencia es una experiencia de fe que nos desafía a hacer lo que está a nuestro alcance, pero, al mismo tiempo, a abandonarnos totalmente en las manos de Dios, dejándonos guiar por Él en todos los aspectos, seguros de que «como lo amamos, todas las cosas cooperan para nuestro bien» (Rm 8,28).

Coronilla a la Divina Providencia

Para rezar la coronilla que consta de 5 "decenas" de 1 "Cuenta Grande" y 10  "Cuentas pequeñas",  nos servimos del mismo rosario que utilizamos para honrar a Nuestra Señora, (debe contener por lo tanto 5 decenas)  

+En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. ¡Amén!

Credo
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del cielo y de la tierra,
de todo lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios,
nacido del Padre antes de todos los siglos:
Dios de Dios, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado,
de la misma naturaleza del Padre,
por quien todo fue hecho;
que por nosotros, los hombres,
y por nuestra salvación bajó del cielo,
y por obra del Espíritu Santo
se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre;
y por nuestra causa fue crucificado
en tiempos de Poncio Pilato;
padeció y fue sepultado,
y resucitó al tercer día, según las Escrituras,
y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre;
y de nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida,
que procede del Padre y del Hijo, con el Padre y el Hijo
recibe una misma adoración y gloria,
y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia,
que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados.
Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.
Amén.

Cuentas Grandes
Madre de la Divina Providencia, ¡provee!

Cuentas pequeñas
¡Dios provee, Dios proveerá,
Su Misericordia no faltará!

Oración final
Ven María, el tiempo ha llegado.
Intercede ahora y en todo tormento.
Madre de la Providencia,
ayúdanos en nuestros sufrimientos en la tierra y en el exilio.
Muéstranos que eres Madre de amor y bondad,
ahora que la necesidad es grande.
¡Amén!

El poder de las Emociones

La conexión entre emociones y decisiones es un campo de estudio en constante evolución dentro de la psicología. Las investigaciones han demostrado que las emociones pueden funcionar como un sistema de alerta que nos orienta en momentos de incertidumbre. En otras palabras, nuestras emociones operan frecuentemente como un mecanismo de procesamiento de información que facilita la toma de decisiones rápidas, aunque estas no siempre sean las más racionales. Un ejemplo claro sería el caso de alguien que, al experimentar miedo frente a una situación peligrosa, opta por huir sin analizar detalladamente lo que ocurre.


Las emociones no solo desempeñan un papel en la velocidad con la que tomamos decisiones, sino también en su calidad. Cuando una persona está abrumada por ira, tristeza o estrés, es probable que sus decisiones se vean afectadas por estas emociones. Esto puede derivar en resultados indeseados, ya que las emociones intensas tienden a distorsionar nuestra percepción y juicio. Dentro del estudio del comportamiento humano, este fenómeno se conoce como "sesgo emocional", el cual se caracteriza por priorizar sentimientos momentáneos sobre un análisis lógico de la situación, algo que puede convertirse en un obstáculo durante situaciones decisivas.

Las emociones tienen un impacto significativo en la manera en que procesamos la información y evaluamos las opciones a nuestro alcance. En escenarios de estrés o presión, es frecuente que estas influyan en nuestra percepción, llevándonos a decisiones impulsivas o motivadas por el miedo. Contrariamente, durante estados de alegría o entusiasmo, solemos inclinarnos hacia elecciones más arriesgadas o creativas.

Es fundamental entender que las emociones no siempre representan un obstáculo en el proceso de toma de decisiones. Las emociones positivas, como la felicidad o el entusiasmo, pueden potenciar nuestra creatividad y fomentar una mayor predisposición a asumir riesgos. Al mismo tiempo, las emociones negativas, como el miedo o la tristeza, también cumplen un papel valioso al alertarnos sobre posibles peligros y ayudarnos a valorar con mayor detenimiento las implicancias de nuestras elecciones.

DESDE LA FE

Dos grandes teólogos católicos, San Agustín y Santo Tomás de Aquino, han abordado la relación entre las emociones y las decisiones. San Agustín afirmó que "las emociones son rectas en aquel cuyo amor está bien puesto". San Tomás de Aquino destacó que las emociones, cuando están ordenadas correctamente, pueden guiar nuestras acciones hacia el bien.

En sus catequesis sobre el discernimiento, el Papa Francisco ha hablado sobre la importancia de escuchar el propio corazón y buscar la paz interior como signo de haber tomado decisiones correctas. Él sugiere que la espiritualidad es circular y que encontrar la armonía con Dios puede ayudar a tomar buenas decisiones.

En la carta a los Romanos, San Pablo reflexiona sobre la lucha interna entre la naturaleza caída y la naturaleza redimida, y cómo nuestras emociones pueden influir en nuestras decisiones. Él dice: ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que quiero sino lo que aborrezco. “Pero si hago lo que no quiero, con eso reconozco que la Ley es buena. Pero entonces, no soy yo quien hace eso, sino el pecado que reside en mí, porque sé que nada bueno hay en mí, es decir, en mi carne. En efecto, el deseo de hacer el bien está a mi alcance, pero no el realizarlo. Y así, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. Pero cuando hago lo que no quiero, no soy yo quien lo hace, sino el pecado que reside en mí. De esa manera, vengo a descubrir esta ley: queriendo hacer el bien, se me presenta el mal.”

Alguien que vivió decisiones apresuradas manchadas por emociones es José. En el libro de Génesis, José fue vendido como esclavo por sus hermanos debido a la envidia y el resentimiento. En Egipto, sus emociones jugaron un papel crucial en sus decisiones. Aunque inicialmente rechazó a sus hermanos cuando se presentaron para comprar grano, finalmente decidió perdonarlos y ayudarlos, mostrando cómo las emociones pueden evolucionar y guiar hacia decisiones más justas y compasivas.

Pasos para futuras buenas decisiones

El Papa abordó la importancia de la clave para tomar decisiones acertadas, destacando que la paz interior es un indicador de haber elegido correctamente. Señaló que la espiritualidad sigue un curso circular, donde alcanzar la armonía permite abrir camino a futuras elecciones positivas. Asimismo, sugirió que prestar atención a las motivaciones internas puede ser de gran ayuda para decidir con acierto.

"Queridos hermanos y hermanas:

Seguimos avanzando en el tema del discernimiento. Cuando tomamos una decisión, hay algunos signos que nos permiten ver si Dios confirma que vamos por el buen camino. Uno de los signos es la paz, una paz que dura con el paso del tiempo y nos da armonía y nos da fervor, aun en momentos de cruz. Otro signo es la gratitud que experimentamos por los bienes recibidos de Dios, lo cual nos lleva a vivir con más generosidad la relación con Él.

También es importante cuando sentimos que hemos encontrado nuestro lugar en la vida, y eso nos permite afrontar con fortaleza los momentos difíciles que lleguen. El hecho de sentirnos libres frente a una decisión tomada, es decir, estar abiertos para cambiar o renunciar a ello sin apegos, también es un buen signo. Sólo Dios sabe lo que es bueno para nosotros. Por eso, reconociendo su presencia providente en nuestra vida, le ofrecemos lo que somos y tenemos, y sabiendo que todo es un don suyo. Esta confianza en Dios es indispensable para poder tomar siempre una buena decisión."

Francisco 


Para tener los pensamientos de Cristo Jesús

Diversas corrientes psicológicas destacan cuanto influyen las emociones de manera notable en nuestras decisiones más importantes.

Cuando emociones intensas afectan nuestra percepción y juicio, impulsándonos a actuar de forma apresurada y, en ocasiones, poco razonables surge lo que se llama “sesgo emocional” El mismo acontece porque las emociones fuertes estimulan regiones del cerebro asociadas con la recompensa inmediata, lo que limita la habilidad para considerar los efectos a largo plazo.

Nosotros bien sabemos que la toma de decisiones fundamentada en la razón y la fe debe estar siempre enraizada en una relación profunda y constante con Dios. Las emociones son parte esencial de nuestra humanidad y deben estar ordenadas a la luz de la verdad divina. Santo Tomás de Aquino enseñaba sobre la virtud de la prudencia, virtud que implica discernir y elegir el bien verdadero en cada situación. La prudencia es don de Dios y trabajo nuestro que se cultiva a través de la oración, la reflexión, la lectura espiritual, la escucha atenta de la Palabra y la guía de directores espirituales.

San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, ofrece herramientas valiosas para el discernimiento de espíritus. Ignacio enseña que tanto la consolación como la desolación son estados que afectan nuestras decisiones, y es fundamental discernir de dónde provienen estos estados emocionales. La consolación verdadera nos lleva más cerca de Dios, mientras que la falsa consolación puede llevarnos a decisiones precipitadas.

El Papa Francisco, en su exhortación apostólica "Gaudete et Exsultate", nos recuerda que el discernimiento es un don que se debe pedir constantemente, especialmente en momentos de emoción intensa:

"El discernimiento es una gracia. Aunque incluya la razón y la prudencia, va más allá, porque se trata de un encuentro con el Señor que nos va guiando. Es algo muy importante para la vida de cada uno y para la Iglesia toda."


La palabra en el libro de los Proverbios nos previene, nos invita a confiar en el Señor con todo nuestro corazón y no depender de nuestra propia comprensión. Reconocer a Dios en todos nuestros caminos nos asegura una dirección recta.

Si miramos la vida de los santos podemos ver en Santa Teresa de Ávila un ejemplo de cómo las emociones fuertes pueden ser ordenadas a través de la fe. Ella experimentó emociones intensas, pero siempre buscó la voluntad de Dios a través de la oración y el discernimiento, incluso en medio de grandes alegrías o penas.

Integrar nuestras emociones bajo la guía de la razón y la fe e iluminados por el Espíritu Santo,  nos posibilitará tomar decisiones acordes a la voluntad de Dios. San Pablo nos recuerda en Filipenses 4:

"No se inquieten por nada, más bien, en toda ocasión, eleven oraciones y súplicas, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que supera todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús."