viernes, 22 de abril de 2016

Meditación: Juan 14, 1-6

“Si creen en Dios, crean también en mí.” (Juan 14, 1)

Jesucristo, nuestro Señor, se fue a prepararnos un lugar en la casa de su Padre y prometió llevarnos consigo, para que estuviéramos en el mismo lugar donde él está. De modo que si ahora lo seguimos, un día estaremos allí a su lado ocupando el lugar que él nos tiene preparado.

En esto vemos el gran amor y la compasión de Jesús por su pueblo. Si creemos en Dios y seguimos el camino de Cristo, no hay razón alguna para angustiarse por el futuro, porque, si no nos desviamos del camino que él nos ha mostrado, tendremos un lugar reservado en la gloriosa mansión del Padre. Cuando Jesús hablaba de las muchas habitaciones que hay en la mansión de su Padre, sin duda se refería al Reino de los cielos, al cual nos llevará consigo cuando vuelva a la tierra.

Por consiguiente, no tenemos por qué afligirnos. En la primera lectura de hoy, San Pedro nos dice que la buena noticia es que “la promesa hecha a nuestros padres”, es decir la de salvarnos y llevarnos al cielo, “nos la ha cumplido Dios a nosotros, los hijos” (Hechos 13, 32).

Precisamente por haber experimentado la naturaleza humana y porque conoce nuestra condición actual, Jesús ora para que seamos discípulos firmes y fieles, que lo sigan por el camino, la verdad y la vida que ha colocado delante de nosotros. Esto debería inspirarnos a mirar hacia las cosas celestiales y sentirnos reanimados, sabiendo que el Señor está allí trabajando por nuestra salvación.

Conociendo estas verdades, no nos dejemos dominar por la incertidumbre ni la inseguridad. Pero ¿cómo podemos confiar más en Dios y creer que él quiere nuestro bien? Depende mucho de nosotros mismos. Si tenemos el hábito de guardar rencores, rechazar a quienes no nos tratan bien o quejarnos de los males que padecemos, nunca tendremos paz. Si, por el contrario, creemos que Dios quiere lo mejor para nosotros y le entregamos nuestras dolencias y dificultades, incluso aquellos rasgos de nuestra personalidad que no nos gustan, encontraremos la paz y podremos confiar verdaderamente en el amor y la misericordia de Dios.
“Amado Señor Jesús, creo que estás en el cielo intercediendo por mí. Tú conoces mis dificultades y necesidades; ayúdame a seguirte, porque tú eres el camino, la verdad y la vida.”
Hechos 13, 26-33
Salmo 2, 6-11
fuente Devocionario Católico La Palabra con nosotros

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