viernes, 8 de marzo de 2019

RESONAR DE LA PALABRA - Evangelio según San Mateo 9,14-15.


Evangelio según San Mateo 9,14-15.

Se acercaron a Jesús los discípulos de Juan y le dijeron: "¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los fariseos?".
Jesús les respondió: "¿Acaso los amigos del esposo pueden estar tristes mientras el esposo está con ellos? Llegará el momento en que el esposo les será quitado, y entonces ayunarán.

RESONAR DE LA PALABRA

Queridos amigos y amigas:

Los viernes de Cuaresma siempre tienen una connotación especial, no sólo por el carácter penitencial que se acentúa en este día o por las prácticas religiosas propias de este tiempo: el ayuno, la oración y la limosna. La Iglesia desde ya nos invita a contemplar la Pasión del Señor con la práctica del Viacrucis. En muchos pueblos con una fuerte manifestación de religiosidad popular se empiezan a realizar las tradicionales procesiones. 
El mensaje del profeta Isaías en la primera lectura nos advierte de la trampa de una falsa religiosidad. El profeta condena un ayuno falso que esconde graves situaciones de injusticia social. Muchas veces nos podemos contentar con las prácticas externas de religiosidad y anestesiar el corazón ante el drama que viven tantas personas en nuestro mundo de hoy. La espiritualidad profética nos dice que nuestro culto a Dios está vacío, sino va acompañado de la solidaridad con los pobres y la justicia.
«Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos. Entonces surgirá tu luz como la aurora, enseguida se curarán tus heridas, ante ti marchará la justicia, detrás de ti la gloria del Señor» (Is 58, 6-8).
Los discípulos de Juan cuestionan a Jesús porque sus discípulos no ayunan. La respuesta de Jesús es muy significativa, y es que con Él se inicia un nuevo tiempo mesiánico, el tiempo escatológico que anunciaron los profetas, el tiempo de la alegría en el cual no se ayuna por la presencia del esposo. Muchos no sabrán reconocer que el Reino de Dios es alegría, que es la perla preciosa por la cual vale la pena venderlo todo. El ayuno cristiano no es solo la abstinencia de alimentos, es, en continuidad con los profetas, la práctica de la justicia y el deseo hondo de encontrarnos con Jesús que nos salva con su Palabra.

Fraternalmente, Edgardo Guzmán, cmf.

fuente del comentario  CIUDAD REDONDA

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