En el sueño de Don Bosco, el Papa hizo que la barca de la Iglesia llegase entre las dos columnas: María y la Eucaristía. Debemos consagrar nuestra familia y nuestra casa a quienes son sus verdaderos dueños. Si todavía no le has dado a ellos el derecho de ser los dueños de tu hogar, ¡este es el momento de hacerlo! Si las cosas van mal, seguramente es porque todavía insistes en ser el dueño de tu casa. ¡Quien somos nosotros para solucionar alguna cosa!
Necesitamos darle a nuestra Señora la llave de nuestra casa, y hacer que ella sea la dueña. Necesitamos consagrar nuestra casa a ella. ¡No necesitamos tener miedo! La primera cosa que la Virgen María hará cuando la constituyas dueña de tu casa es entronizar Jesús en ella. “Entronizar” quiere decir “poner en el trono”. Ella va sentarse en el trono de tu casa y quedara al lado de Jesús, humilde, mirando hacia Él, hacia nosotros, mirando nuestra casa, señalando a Jesús, presentándole nuestros problemas y las dificultades.
Existen algunos que dicen que estamos adorando Nuestra Señora. No es idolatría. Ella es dueña y reina, pero ella sabe cual es su lugar. Ella no le va a quitar el lugar a Cristo. Al contrario, le va devolver a Jesús el lugar que Él no esta teniendo en nuestra casa. Este es el momento de consagrar nuestra casa a la Virgen María Ten la seguridad que, consagrando a ella, nuestra casa va ser consagrada a Jesús, el Señor.
¡Dios te bendiga!
Monseñor Jonas Abib
Fundador de la Comunidad Canción Nueva
fuente: Portal Español Canción Nueva.
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