Si alguna vez has contemplado a un pequeño niño jugando con “su globo”, difícilmente puedas borrar de tu mente la imagen. ¿Has prestado atención? ¿Has visto la mirada y la sonrisa que se desprenden de ese rostro?
Y qué decir si ese globo está lleno de helio, y su cometido no es otro que querer escapar, desligarse del fino hilo que lo amarra al pequeño.
El juego de “tirar y aflojar la cuerda”, la danza de ese globo queriendo levantar vuelo, hace aún más atractiva la escena.
El pequeño disfruta la doble sensación de pertenencia de un globo que no puede “deshacerse” de su atadura y el juego de libertad que el globo se empeña en celebrar.
A veces imponderables movimientos hacen que lo que estaba sujeto a una débil mano zafe, se suelte, y lo que estaba “sujeto” huya en busca de su libertad, y movido por suaves vientos escape hacia su destino.
Entonces acontecerá que la cara del pequeño se sumergirá en la búsqueda de una expresión que abarque la tristeza por lo perdido y la alegría y admiración por aquello que levantando vuelo, se vuelve pequeño a los ojos.
¿Te has puesto a pensar cuántos globos aún permanecen atados, sujetos a tu mano?
¿Eres consciente que caminas ligado a “globos” que has deseado poseer, -y de hecho posees- y están llamados a seguir su camino de libertad?
Nosotros también necesitamos en el diario andar de “imponderables movimientos” que nos ayuden a soltar lo que, atado hace tiempo, necesita elevarse hacia otros horizontes.
¿Te atreves a ponerle nombre a tus globos?
¿Qué es aquello que hoy merece alcanzar libertad y precisa ser soltado?
Señor, sólo Tú eres Aquel que amarrado a mi vida,me otorga plena libertad.Toma mi mano con Tu Mano, Átame a tu Amor y dame la gracia de alcanzar mi plena realización.
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