jueves, 11 de mayo de 2017

Evangelio según San Juan 13,16-20. 
Después de haber lavado los pies a los discípulos, Jesús les dijo: "Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía. Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican. No lo digo por todos ustedes; yo conozco a los que he elegido. Pero es necesario que se cumpla la Escritura que dice: El que comparte mi pan se volvió contra mí. Les digo esto desde ahora, antes que suceda, para que cuando suceda, crean que Yo Soy. Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió". 



RESONAR DE LA PALABRA

José Vico Peinado, cmf
Queridos amigos:

Juan es el único evangelista que no narra explícitamente lo que normalmente se llama “institución de la eucaristía”. En su lugar, y en el marco de la última cena, trae a colación el lavatorio de los pies de los discípulos. ¿No será que aquí hay una faceta de la eucaristía que Juan recalca de manera especial? Habrá que preguntarle a los especialistas en temas bíblicos. De todos modos, como quiera que sea, en este día la Iglesia nos propone profundizar en una parte del texto, que viene proclamado en la eucaristía. El texto completo se proclamó el día de Jueves Santo -día del amor fraterno- en la liturgia de la Cena del Señor.
El Señor nos ha elegido para ser enviados. ¿Enviados a qué y cómo? Ciertamente hemos sido elegidos para ser testigos del Resucitado. Para proclamar a los cuatro vientos que el Crucificado es el Resucitado y, por tanto, que el dolor y la muerte no tienen la última palabra de la historia. Que la tragedia no es el destino de la humanidad, en su conjunto, ni de cada uno de los hombres, en particular. Que se puede y es necesario bajar de la cruz a quienes penden de ella, sean individuos o pueblos enteros. ¡Toda una tarea!
Pero una tarea de amor servicial y desinteresado. De amor gratuito, reflejo del amor del Padre, tal y como se ha hecho presente en Jesús por el Espíritu. Quienes han sido elegidos considerarán como una tentación, de la que hay que huir con todas las fuerzas, la búsqueda de los primeros puestos de honor o de poder. Huirán de las escaladas tanto como de las estrategias políticas perversas para subir maquiavélicamente hasta las cúspides. Su forma de vivir tendrá mucho que ver con el abajamiento y muy poco que ver con la soberbia y la pprepotencia. Tendrá todo que ver con el servicio a los últimos y más excluídos, a quienes levantará de la basura para convertirlos en príncipes de su pueblo.
Dice Jesús: “el que recibe a mi enviado, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado”. ¿Sería mucho pedir que el elegido para ser enviado acogiera el testimonio de Jesús y se configurase con él para no hacer de su elección una traición?

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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