sábado, 6 de mayo de 2017

Evangelio según San Juan 6,60-69. 
Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: "¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?". Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen". En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar. Y agregó: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo. Jesús preguntó entonces a los Doce: "¿También ustedes quieren irse?". Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios". 

RESONAR DE LA PALABRA

Juan Lozano, cmf
Querido amigo/a:

Palabras. ¿Qué palabras? Hay palabras y palabras; palabras dichas con la boca pequeña, palabrería, palabrotas, palabras de honor, te doy mi palabra … algunas permanecen, otras se las lleva el viento, otras regalan los oídos, otras son mentirosas, otras comprometidas, otras bellas, otras groseras, otras certeras…, pero PALABRA sólo hay una, la de Dios. Meditamos hoy con el último versículo del evangelio que se nos propone: “Señor, ¿A quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna”.
Y esta Palabra de vida eterna no sólo se escucha, sino que se lleva a la práctica. Entra por tu oídos y quiere llegar a tu corazón para poner en marcha tu voluntad y tus afectos. En el Evangelio de hoy, Jesús cansado de las críticas de sus discípulos porque sus palabras les escandalizan, les recuerda que sus palabras son “espíritu y vida”, no son palabrería ni palabras vacías.
Para este día te propongo que ores recordando las PALABRAS de Jesús que ya están en tu corazón grabadas a fuego, aquellas que te has atrevido a poner en práctica. Hazlo despacio, no es un ejercicio de memoria, sino de mirar a tu interior con paz y sinceridad de la mano de Jesús, nunca solo. Y si adviertes que tu corazón es pobre en Palabras, pídele a Él que lo haga receptivo, como el de María que supo muy bien acoger la Palabra y la hizo Carne, vida. Que Ella sea tu guía en la oración de hoy.

fuente del comentario CIUDAD REDONDA

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