miércoles, 17 de mayo de 2017

Meditación: Juan 15, 1-8


Por muy aislados o inseguros que nos sintamos, la verdad es que Jesús está siempre con nosotros y nunca nos abandona.

Jesús es “la vid verdadera”, por eso podemos tener la plena seguridad de que recibiremos todo lo que necesitamos para crecer en la fe y la fortaleza. El Padre es el viñador que cuida la vid y esto significa que todo lo que nos suceda, ya sean cosas favorables o adversas, viene a ser un instrumento en manos del Señor para moldearnos y “podarnos” para dar más y mejor fruto.

Como ejemplo del efecto que produce el hecho de permanecer en Cristo, consideremos la Iglesia primitiva que describe San Lucas en Hechos 9, 26-31. ¿De dónde recibió Saulo (más tarde San Pablo) la valentía y la convicción, no sólo para dejar de perseguir a la Iglesia, sino para tomar un rumbo diametralmente opuesto y llegar a ser uno de los principales apóstoles? Su encuentro personal con Cristo resucitado fue aquello que lo transformó radicalmente; pero tenía muchos años de orgullo, prejuicios y temores de los que Dios debía purificarlo para hacerlo un instrumento humilde y dócil a la gracia. ¿Fue difícil este proceso? Seguramente sí, pero Pablo decidió someterse a él porque había experimentado el amor de Cristo y eso era más que suficiente.

Pensemos también en los discípulos de la primera comunidad cristiana en Jerusalén. Cuando Pablo llegó y trató de reunirse con ellos, ¿qué les hizo superar la desconfianza acerca de la conversión del que conocían como perseguidor? La fe firme en Cristo.

Así los discípulos pudieron olvidar lo que había sucedido antes y aceptar a Pablo como hermano. Por supuesto, no fue fácil, pero sabían que Cristo puede transformar la muerte en vida y esta convicción les permitió correr el riesgo. La historia misma es testigo del fruto que produjo tal decisión.

Dios está tan interesado en la salvación de sus hijos que protege a todo el que se acoge a él con el deseo de ser purificado. Acerquémonos hoy al Señor y pidámosle la gracia de seguirlo fielmente a donde quiera llevarnos.
“Padre celestial, te damos gracias por incorporarnos al Cuerpo de Cristo, como ramas de la vid verdadera. Ayúdanos a superar la indecisión, la incredulidad y los temores, para que no obstaculicemos la obra de tus manos, sino que nos alegremos por el amor que has demostrado a todo tu pueblo.”
Hechos 15, 1-6
Salmo 122(121), 1-5

fuente: Devocionario católico la palabra con nosotros

No hay comentarios:

Publicar un comentario