Cuando haya paz en mi interior, debo humillarme más y orar. Y cuando aparezca la desesperanza, lo que tengo que hacer es decir: “Por los pecadores fue que Cristo vino al mundo”.
La virtud más grande para la vida en comunidad: no dejarte vencer por el enfado. El que se deja vencer, está perdido. Mientrás mejor dispuesto te demuestres hacia los demás, mientras más los bendigas, más te iluminarás. Mientras más te perturbes, más te oscurecerás...
Vino alguien a verme, y me preguntó: “¿Cuántos años tienes?”. Le respondí que más de setenta. Y esta persona me respondió: “¡Entonces, eres un muerto entre los vivos!”. Quería darme a entender que ya no deben importarme tanto los asuntos de los vivos, sino acudir más a los que ya reposan. Éstos pueden ayudarme de mejor manera, porque los vivos me dicen “Aún te queda mucho por vivir...”. Los muertos, al contrario, dicen, “Lo que soy yo ahora, mañana serás tú”. Algún día yo seré como ellos, un muerto, con el cuerpo, desde luego, no con el alma
Cuando me tienta el enfado y la idea de ofender a mi hermano, yo le respondo a mis pensamientos: “Mañana lo haré, hoy no. Mañana se lo diré”.
Cuando haya paz en mi interior, debo humillarme más y orar. Y cuando aparezca la desesperanza, lo que tengo que hacer es decir: “Por los pecadores fue que Cristo vino al mundo”.(Traducido de: Părintele Proclu Nicău, Lupta pentru smerenie şi pocăinţă, Editura Agaton, Braşov, 2010, p. 53)
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