Con Jesús por la mañana.
Jesús era un hombre apasionado por la belleza, un ser que no perdió nunca la capacidad de asombro y admiración. Un hombre que supo gustar y cultivar la amistad y, que quedó extasiado al ver con cuánto amor aquella mujer lo ungió. Un hombre que pasó la vida haciendo el bien y que inspiró con su vida la compasión de unos con otros. Éste fue Jesús, un hombre ambicioso, apasionado y profundamente enamorado. Contempla sus actitudes, y reflexiona ¿Qué te inspira? ¿A qué te invita? Apunta lo que descubras y concreta un propósito. Ofrece el día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
“Cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir; pues no serán ustedes los que hablen, sino el Espíritu de su Padre hablará por ustedes” (Mt 10,19). Continúa contemplando las actitudes de Jesús y deja que Él te hable en tu interior. Repite al ritmo de tu respiración: “Señor dame tus ojos quiero ver, dame tus palabras quiero hablar”.Con Jesús por la noche.
Trae a las personas.
Trae a la memoria a las personas que has encontrado hoy. ¿Cómo han sido esos encuentros? ¿Cómo fue tu acogida? ¿Reconoces que las personas son regalos que Dios te acerca cada día? ¿Qué has podido hacer por los demás? ¿Hay alguien que necesite una disculpa? Agradece el don de la vida en ti y en tus hermanos.
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