¡Ah, pero cuánto se autocompadece el hombre, derramando lágrimas por sí mismo!
Cómo considerar a una criatura como algo más alto que nosotros, si Dios mismo nos otorgó nuestra mente y nos llama hijos Suyos? Pero, si pones tu mano sobre el corazón y eres sincero contigo mismo, entenderás que eres aún más pequeño que muchas criaturas. Piensa, por ejemplo, en las abejas, cómo madrugan y de qué manera se esfuerzan. Se entregan sin quejarse y sin detenerse. Sin embargo, una abeja vive solamente unos cuantos días, porque muchas veces muere trabajando, o en el campo, y no vuelve jamás a su colmena. ¡Ah, pero cuánto se autocompadece el hombre, derramando lágrimas por sí mismo! O fíjate en la hormiga, cómo se afana en acarrear sus alimentos. Y si escapa su carga, la levanta de nuevo y sigue su ajetreado camino, llena de paciencia. Pero a nosotros nos cuesta ejecutar hasta el más ínfimo trabajo.
Los que son humildes consideran a todo hombre como un ser más importante que ellos, y no sólo a los demás, sino a todas las otras criaturas.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, traducere de Valentin Petre Lică, Editura Predania, București, 7514/2006, p. 52) fuente Doxologia
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