Tal como son nuestros pensamientos, así es también nuestra vida.
Nuestros pensamientos, nuestro estado interior y nuestros deseos conducen nuestra vida. Tal como son nuestros pensamientos, así es también nuestra vida. Si tenemos sólo pensamientos de paz, serenidad, amor pleno, bondad, virtud y pureza, también en nosotros habrá paz, porque los pensamientos de paz atraen más paz interior, que brota fuertemente de nosotros, porque nuestra mente está llena de de ella, de amor y bondad.
Si, al contrario, en nuestro interior hay sólo pensamientos malos, diabólicos, nuestra paz interior desaparece. Los Santos Padres dicen, sobre los pensamientos: “Todo pensamiento que destruye nuestra paz y los que no nos la ofrecen, provienen del maligno y debemos apartarlos inmediatamente.” Por nuestro propio bien, debemos esforzarnos en fortalecer nuestra paz, nuestra alegría y el amor divino. Nuestro Padre Celestial quiere que Sus hijos tengan características divinas, quiere que nos llenemos de amor, de paz, de consuelo y verdad, de virtud. El Señor y todos nosotros deseamos ser dóciles y humildes, porque de un alma mansa y humilde brotan sólo virtud y bondad. Tal clase de alma, aún callando, emana olas de serenidad, amor y generosidad. Semejante alma no sufre cuando es insultada o reñida. Puede que alguien intente golpear a la persona, que esta manifestará sólo compasión por quienes le hacen sufrir.
Realmente, hay muy pocas personas de este tipo en el mundo, mas es por ellas que el sol brilla y Dios nos bendice a todos con la vida y todas sus circunstancias. Debemos, entonces, cambiar nuestra forma de pensar.
(Traducido de: Starețul Tadei de la Mănăstirea Vitovnița, Cum îți sunt gândurile așa îți este și viața, traducere de Valentin Petre Lică, Editura Predania, București, 7514/2006, pp. 55-56) fuente Doxologia
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