Una piadosa anciana entró a la iglesia de su vecindario, con tal de encender una vela...
El suceso que vamos a relatar a continuación, relatado por el padre Jacobo Tsalikis, tuvo lugar un Viernes Santo.
Aquel día de recogimiento y contrición, una piadosa anciana entró a la iglesia de su vecindario, con tal de encender una vela. Por simple curiosidad, se detuvo a ver qué había en el altar. ¿Y qué vio? Sobre la Santa Mesa había un joven de unos treinta años, con heridas en manos y pies, y una incisión en el costado, de donde brotaba un poco de sangre.
—¿Quién eres y por qué te atreves a subirte a la Santa Mesa?, preguntó la anciana, asombrada.
—Yo siempre estoy aquí, este es mi lugar, dijo el joven.
—¿Y quién te hirió de esa forma?
—¡Tú, con tus pecados!
Ciertamente, aquella viejecita se había hecho digna de ver a nuestro Señor, porque estaba llena de un arrepentimiento verdadero.
(Traducido de: Minuni şi descoperiri din timpul Sfintei Liturghii, Editura Egumeniţa, 2000, p. 87) Fuente Doxologia
No hay comentarios:
Publicar un comentario