Quienes construyen la morada de su corazón sobre terreno arenoso y ahí reciben la Palabra, carecen de un cimiento capaz de resistir los embates de las tentaciones provocadas por el demonio.
Quienes construyen la morada de su corazón sobre terreno arenoso y ahí reciben la Palabra, carecen de un verdadero cimiento, uno capaz de resistir los embates de las tentaciones provocadas por el demonio; al contrario, soportan con impaciencia todas las aflicciones que vienen sobre ellos. Ciertamente, son incapaces de enfrentar los ataques y las tentaciones de los espíritus malignos, en su camino al Reino de Dios. Y esto sucede porque (tales individuos) empiezan a deliberar consigo mismos: “Si no recibo inmediatamente la Gracia del Espíritu, seguiré con mi propia vida. Es imposible seguir resistiendo por más tiempo. Si la recibo, intentaré permanecer en ese camino”. Esta es la razón por la cual son incapaces de enfrentar las tentaciones: no se han preparado para ello.
*Nota: En este texto, como en otros, San Macario precisa que Dios no está obligado a otorgar en algún momento determinado la Gracia perceptible con los sentidos.
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