Con Jesús por la mañana.
«El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra… ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes (…) El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros» (San Juan María Vianney). Ora por los sacerdotes especialmente por aquellos más cercanos y amigos que han ayudado en tu vida de fe. Ofrece tu día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
«Otro sábado, entró Jesús en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía atrofiada la mano derecha. Los maestros de la ley y los fariseos, que estaban buscando un motivo para acusar a Jesús, se pusieron al acecho a ver si lo curaba, a pesar de ser sábado» (Lc 6, 6-11). ¿Tienes actitudes de amor y acogida en todo tiempo y a toda persona, como lo hace Jesús o practicas una misericordia “selectiva”? Repite al ritmo de tu respiración: «Dame Jesús un corazón entregado como el tuyo».
Con Jesús por la noche.
Agradece lo vivido hoy. Cada día que vives es un regalo de Dios. Recorre con Él tu día y detente en aquellos momentos que te marcaron ¿Qué situaciones difíciles viviste hoy? ¿En qué momentos sentiste la compañía de Jesús? ¿Quién necesita que le pidas perdón? ¿Qué te gustaría agradecerle?
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