Con Jesús por la mañana.
“Porque creo en un Dios que nos ama con amor eterno y desea que seamos sus socios y amigos. Oro, en otras palabras, porque Dios me ha hecho para eso” (William A. Barry sj). Orar es relacionarse con Dios, conversar con Él. Admirar la naturaleza, abrazar con ternura, sonreír, agradecer, trabajar con alegría, disfrutar la belleza. La vida puede ser oración. ¡Habla con Dios de lo que vives, y estarás haciendo oración! Ofrece tu día por la intención del Papa.
Con Jesús por la tarde.
“Jesús les contestó: Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino” (Lc 11, 2). Dios es tu Padre y te ama como a su hijo ¿Te sientes en esa confianza de hijo predilecto? ¿Persistes en las angustias y preocupaciones o puedes soltarte en manos de Dios? Repite al ritmo de tu respiración: “Señor, ayúdame a vivir como tu hijo amado” mientras continúas poniendo en práctica el propósito del día.
Con Jesús por la noche.
Recuerda a las personas y agradece. Trae a la memoria las personas con las que has compartido hoy. ¿Qué te han dejado? ¿Cómo ha sido ese encuentro? ¿Qué les agradeces? Aún las situaciones difíciles nos dejan enseñanzas.
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