sábado, 14 de octubre de 2017

La fuerza de una gentileza

La falta de gentileza daña nuestra sensibilidad


En un mundo donde se pone en evidencia lo que no es bueno, ser gentil puede parecer debilidad, pero, en realidad, es lo contrario. ¿Quien nunca cambio de idea después de un sonriso verdadero, un apretón de mano o incluso una palabra animadora? Actitudes de cariño, respeto y atención hacen toda diferencia donde quiere que esté y tiene fuerza para abrir puertas y llevarnos a grandes realizaciones. Es que el corazón humano, creado para amar y ser amado, tiene sed de ternura; y cuando la encuentra, es guiado por ella. Ya la aspereza, es exactamente nuestros anhelos, por eso no hiere tanto cuando recibimos.

Dicen que la falta de gentileza daña nuestra sensibilidad, tanto cuanto una helada cayendo sobre las flores. Retarda el crecimiento de todo lo que es amable y nos impide de florecer con la belleza y la simplicidad que traemos en el alma. Por otro lado, la gentileza es comparada a un verano maravilloso, cuyo calor estimula e influencia el crecimiento de las bellas virtudes que somos capaces de externa. La gentileza es resultado de un corazón fuerte, sanado y unido a Dios por la fuerza de tu amor original, y jamás puede ser confundida con la debilidad, porque esta hace ruido e intenta impresionar; ya la gentileza es discreta y hace cuestión de no aparecer.

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Furia y fuerza

Existe una fábula atribuida a Esopo, que ilustra bien este contraste:

“Cuenta que sol y viento discutían sobre cual de los dos era más fuerte.

Entonces, el viento dijo:

– Probé que soy el más fuerte.

¿Ves aquella que viene caminando con un pañuelo azul en el cuello?

Apuesto como como puedo hacer con que ella quite el pañuelo más deprisa que tú.

El sol aceptó la apuesta y recogió detrás de una nube.

El viento comenzó a soplar hasta casi convertirse un huracán, pero, cuanto más él soplaba con fuerza, pero la mujer sostenía el pañuelo junto del cuello.

Finalmente, el viento se calmó y desistió de soplar.

Entonces, el sol salio detrás de la nube y sonrió amablemente para la mujer.

Con este gesto, ella, inmediatamente, frotó y quitó el pañuelo del cuello,

respirando aliviada.

El sol dijo, entonces, al viento:

– Recuerda eso, mi amigo: La gentileza y la bondad son siempre más fuerte que la furia y la fuerza”.

Gentileza y tiempo

Talvez, sea por eso que las personas que actúan con gentileza, respeto y consideración son siempre tan admiradas y, dependiendo del caso, incluso temidas. San Francisco de Sales, grande doctor de la Iglesia, una vez escribió: “Cuando encontró dificultades y contradicciones, no las intente derribar con su fuerza; acepta con gentileza y tiempo”. Y él continúa explicando que, así, se alcanzará la victoria. Por eso, muchas veces, por detrás de una palabra grosera o incluso un gesto humillante, esta un corazón herido, pidiendo para ser amado; y la gentileza, expresa con sinceridad, puede ser el canal para ocurrir la sanación.

Delante de esta fábula, me recuerdo también de la pasaje de I Reyes 19,11-12, que narra la historia del profeta Elias, en el monte Horeb, deseoso d encontrar a Dios. “Un gran y fuerte viento rompió los montes y despedazo rocas, pero el Señor no estaba en el viento. Después de la tempestad, vino un huracán con resultados atormentados, pero el Señor no estaba en el terremoto. Entonces, un fuego, pero el Señor no se encuentra en el fuego. Después del fuego, se escuchó un dulce susurro en el ar, una voz amable y llena de amabilidad, y allí estaba Dios”. Un Dios gentil y amoroso que, mismo teniendo poder para crear el universo y mantener el mundo, eligió revelar con gentileza y amor.

¡Vamos estar atentos a las oportunidades que Él nos da, siendo canales de la ternura en este mundo tan sediento de amor!

Dijanira Silva
Misionera de la Comunidad Canción Nueva, actualmente reside en la misión de San Pablo.
Fuente Portal Canción Nueva en español

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