La Sagrada Escritura nos alerta sobre la necesidad de esta bendición
Cuando era niño estaba acostumbrado a pedir la bendición de mis padres a cualquier hora que saliese o llegase a casa. Era un apurado :”Papá, tu bendición, mamá, tu bendición”, salia tan rápido que casi no escuchaba la respuesta. Todos nosotros, de niños, estábamos tan acostumbrados a pedir la bendición de los padres que cuando salíamos sin ella nos parecía que estaba faltando algo para nuestra seguridad o el éxito de nuestros planes. Al menos cuatro veces por día, mis ocho hermanos pedíamos la bendición a nuestros padres: al despertarnos, al ir hacia la escuela, al regresar de la escuela y al acostarnos.
Hoy, después de años, tengo profunda conciencia de la importancia de la bendición de los padres en la vida de los hijos. Es la Sagrada Escritura que nos alerta sobre la necesidad de esta bendición. Toda la Biblia está repleta de pasajes indicando la importancia que Dios da a los padres en la vida de los hijos. Los padres son cooperadores de Dios en la educación de los hijos y de esta forma son también un canal abierto para que la bendición divina llegue a ellos (hijos).
El libro del Deuteronomio registra el cuarto mandamiento: ” Honra a tu padre y a tu madre, como mandó el Señor para que se prolonguen tus días y prosperes en la tierra que te dio el Señor tu Dios”(Dt 5,16). Así el Señor promete vida larga y prosperidad a aquellos que honran a los padres. San Pablo dijo que este es el primer mandamiento acompañado de una promesa de Dios (Ef 6,2).
Los libros de los Proverbios y del Eclesiástico están llenos de versículos que traen la marca de la presencia de los padres. He aqui uno de ellos: “La bendición paterna fortalece la casa de sus hijos, la maldición de una madre arrasa hasta los cimientos” (Ecle 3,11). Este versículo muestra que la bendición de los padres (y también la maldición) no es simplemente una tradición del pasado o una mera formalidad social. Mucho más que eso, la Sagrada Escritura nos asegura que la bendición de los padres es algo eficaz y real, es decir, un medio que Dios escogió para agraciar a los hijos. El Señor quiso otorgar a los padres el derecho y el poder de hacer que Su bendición llegue a los hijos. Y la forma que Dios usó para dejar clara la importancia de los genitores. Analisemos estos pasajes marcantes:
“Hijos, escúchenme a mí, que soy su padre; hagan lo que les digo, y así se salvarán. Porque el Señor quiere que el padre sea respetado por sus hijos y confirmó el derecho de la madre sobre ellos. El que honra a su padre expía sus pecados y el que respeta a su madre es como quien acumula un tesoro. El que honra a su padre encontrará alegría en sus hijos y cuando ore, será escuchado. Honra a tu padre con obras y de palabra, para que su bendición descienda sobre ti. La gloria de un hombre proviene del honor de su padre y una madre despreciada es un oprobio para los hijos.El que abandona a su padre es como un blasfemo y el que irrita a su madre es maldecido por el Señor. (Ecle 3, 2-3.5-6.9-10.13.18).
Todos esos versiculos del capítulo 3 del Eclesiástico muestran claramente la gran importancia que Dios da a los padres en la vida de sus hijos y de forma especial, a la bendición paterna y materna. Lamentablemente muchos padres ya no sienten la prerrogativa que Dios les dio para educar, formar y bendecir a sus hijos. Muchos ya no creen en el poder de la bendición paterna y tampoco enseñan a sus hijos a pedirla.
Los padres tienen una misión sagrada en la tierra pues de ellos dependen la generación y la educación de los hijos de Dios. Ellos son los primeros mensajeros de Dios en la vida de los hijos, sobre los cuales tienen el poder de atraer las dádivas divinas. No importa cual sea la edad del hijo, el siempre va a pedir la bendición de sus padres. Y tampoco importa si el padre anciano es un doctor o un analfabeto, el hijo no debe perder la oportunidad de ser bendecido por él, de ser posible todos los dias, aún siendo adulto.
Si aún tienes a tus padres (o al menos a uno de ellos) no pierdas la oportunidad que Dios te da de besar sus manos y pedirles la bendición, para que Dios te bendiga, guiando tus pasos y protegiendo tu vida. Importa que jamás nos olvidemos de que mientras la bendición paterna fortalece la casa de sus hijos, la maldición de una madre arranca los cimientos (Ecle 3,19).
Profesor Felipe Aquino
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI
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