martes, 10 de octubre de 2017

La tragedia de los “huérfanos de padres vivos”

El padre es la primera imagen que el hijo tiene de Dios

Es tan importante la persona del padre en la vida del hijo, que el propio Hijo de Dios encarnado quiso tener un padre (adoptivo) en la Tierra. Jesús no pudo tener un padre natural en este mundo porque no había hombre capaz de engendrar al Verbo encarnado; entonces, el Espíritu Santo lo engendró en el seno puro y virginal de María Santísima.

Pero Jesús quiso tener un padre adoptivo, nutricio, en este mundo y eligió a San José, el glorioso patrono de Iglesia, como lo proclamó el Papa IX, solemnemente en 1870.

Cuando José quiso dejar a la Virgen María, en el silencio de la discreción de su santidad, Dios envió inmediatamente el Arcángel de la Anunciación, San Gabriel, que le dijera en sueños: “José, hijo de David, no temas recibir á María tu mujer, porque lo que en ella ha sido engendrado, es del Espíritu Santo” (Mt 1,20). Y José tuvo el honor de darle el nombre de Jesús, en el día de su circuncisión (Mt 1,21).














Jesús vivió bajo la sombra protectora del gran San José en el pueblito de Nazaret y en la carpintería del gran santo. La gente lo llamaba “el hijo del carpintero”. José lo protegió de la ira de Herodes; lo llevó seguro a Egipto, lo mantuvo en el exilio y lo trajo de vuelta seguro para Nazaret. Después partió de este mundo en los brazos de Jesús cuando terminó su misión terrena. La Iglesia lo declaró “protector de la buena muerte”.

Ahora, si hasta Jesús quiso y necesitó un padre en este mundo, que decir de cada uno de nosotros. Solo quien no tuvo un padre, o un buen padre, deja de saber su valor. Todavía hoy, con 65 años de edad, me acuerdo con nostalgia y cariño de mi padre. ¡Cuánta sabiduría! ¡Cuánta bondad! ¡Cuánta pureza! ¡Cuánto amor a mi madre y a los nueve hijos!…. Todavía hoy con nostalgia y alegría, recuerdo sus sabios consejos.

El padre es la primera imagen que el hijo tiene de Dios; por eso Él nos dio el honor de ser llamados padres; porque toda paternidad viene del propio Dios. Muchos hombres y mujeres no tiene una visión correcta y amorosa de Dios porque no pudieron experimentar el amor de sus padres; muchos fueron abandonados y otros quedaron huérfanos.

Pero lo peor de todo es la ausencia de los padres en la vida de los llamados “huérfanos de padres vivos”; y son muchísimos. Muchos y muchos muchachos tuvieron hijos, sin el menor amor, compromiso y responsabilidad, buscando solo el placer sexual de su relación con una chica; que después es abandonada, vergonzosamente, dejando que ella “se las arregle” para criar al niño como pueda. Casi siempre éstas creaturas son criadas con gran dificultad; el peso de su manutención y educación es dividido casi siempre entre la madre soltera que se mata por trabajar y los abuelos que, cuando existen, hacen el posible para ayudar.

Normalmente un hijo que tiene un buen padre, cariñoso, trabajador, dedicado a los hijos y la esposa, no se pierde en los malos caminos de este mundo.

Pero del niño que es criado sin el padre, podemos decir que la mitad de su educación está comprometida pues nunca experimentará el regazo y los brazos de un verdadero padre que lo envuelva. Esto tiene serias consecuencias en la vida de los jóvenes y adultos. Muchos de ellos, los más carentes, acaban en las calles y en la marginalidad del crimen, asaltos, robos, drogas y cárceles.

No es en vano que más del 90% de los presidiaros son jóvenes entre 18 y 25 años. Es verdad que muchos de esos jóvenes tuvieron un padre a su lado pero también es verdad que muchos de ellos no conocieron a ese hombre, que los debería haber criado.

Normalmente un hijo que tiene un buen padre, amoroso, trabajador, dedicado a los hijos y a la esposa, no se pierde en los malos caminos de este mundo.

Por todo eso es lamentable lo que constató el Papa Juan Pablo II en su último viaje al Brasil en 1997. Hablando a los jóvenes en el Maracaná, él dijo que debido al “amor libre”, “en el Brasil existen miles de hijos huérfanos de padres vivos”. ¡Que vergüenza y que dolor para todos nosotros! Cuántos niños con sus futuros comprometidos porque fueron engendrados sin amor y abandonados tristemente.

Sin un padre que eduque a su hijo, el niño no puede crecer con sabiduría, fe, respeto a los otros, amor al trabajo y a la virtud. Dejar a un niño sin padre, estando vivo, es de las mayores cobardía que se puede cometer contra el ser humano inocente que es el niño. Hoy, por desgracia, con el adviento de la inseminación artificial y clínicas de fertilización, existe una generación de jóvenes que no conoce a sus padres, porque muchos fueron engendrados por un óvulo que fue inseminado artificialmente con el semen de un hombre anónimo. Estos jóvenes no conocen la mitad de su historia. ¿Como va ser el futuro de esta generación de jóvenes? No es de extrañar que la Iglesia católica esté contra este tipo de inseminación.

Profesor Felipe Aquino
Miembro de la Comunidad Canción Nueva, reconocido por su trabajo de promover el bien y el desenvolvimiento de la Iglesia Católica como “Caballero de San Gregorio Magno” por el Papa Benedicto XVI

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