Al Señor le gustaba usar parábolas para enseñar sobre su Reino. En el Evangelio de hoy, comparó el Reino con un banquete que un rey dio para la boda de su hijo, pero, según cuenta la parábola, los invitados rechazaron la invitación. Algunos de ellos incluso mataron a los mensajeros del rey, acción extrema que denotaba el rechazo de Israel a los profetas, por lo que las palabras de Cristo eran muy elocuentes para los jefes religiosos. En vista de esto, el rey ordenó a sus criados que llamaran a todos los que encontraran por la calle, “malos y buenos” para llenar el salón.
Así es el Reino de Dios; se nos ofrece a todos, judíos y no judíos, pecadores y santos. La invitación es universal. Entonces, ¿por qué expulsaron a uno de los invitados que llegó de la calle por no llevar traje de boda? ¿No es esto injusto? ¿Acaso no fue el rey el que decidió invitar a cuantos quisieran llegar?
El objetivo de la parábola es aclarar que la sola aceptación de la invitación de Dios no nos garantiza un lugar en su banquete. Hay que llevar la vestimenta del arrepentimiento y una vida reformada. Para seguir a Cristo hay que “revestirse” de las actitudes, los valores y las conductas propias del Reino: fe, amor y buenas obras. Como San Pablo dijo a los colosenses, tenemos que despojarnos del hombre viejo y de sus obras y revestirnos del hombre nuevo, aquel que avanza hacia el conocimiento de lo perfecto, renovándose constantemente según la imagen de su Creador (v. Colosenses 3, 9-10).
El invitado mal vestido no se había despojado de sus hábitos de pecado ni daba frutos de arrepentimiento. Es verdad que Dios puede tolerar la presencia del bien y el mal por un tiempo; pero en el día del Juicio Final, quienes no vistan el atuendo nupcial de la conversión no serán bienvenidos en su banquete (Mateo 13, 30). Así que, no dejes de ponerte tu traje de bodas y ¡no te lo quites!
“Padre santo, ayúdame a revestirme de Jesucristo y vivir conforme al Evangelio. Espero con mucha ilusión el banquete eterno que has preparado para mí.”
Isaías 25, 6-10
Salmo 23, (22) 1-6
Filipenses 4, 12-14. 19-20
Fuente: Devocionario Católico La Palabra con nosotros.
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