El demonio que domina al orgulloso puede mostrarle cosas que no existen, con tal de arrojarlo a las dudas.
No juzques a nadie, mucho menos por su aspecto o comportamiento. Es una falta terrible, y es difícil luchar contra ella.
Témele a la vacilación. El demonio que domina al orgulloso puede mostrarle cosas que no existen, con tal de arrojarlo a las dudas. Cuando el demonio te muestre las debilidades y defectos de los demás y te incite a juzgarlos, repítete a ti mismo: “Soy el peor de todos. Soy digno de los tormentos eternos. ¡Señor, apiádate de mí!”. Y aunque no sientas estas palabras al pronunciarlas, no vaciles y sigue insistiendo en ellas.
(Traducido de: Stareţul Nicon de la Optina, Viaţa şi minunile, Editura Doxologia, 2011, p. 104-105)
fuente Doxologia
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