Dijo el Señor: «¡Ay de ustedes, que construyen los sepulcros de los profetas, a quienes sus mismos padres han matado! Así se convierten en testigos y aprueban los actos de sus padres: ellos los mataron y ustedes les construyen sepulcros. Por eso la Sabiduría de Dios ha dicho: Yo les enviaré profetas y apóstoles: matarán y perseguirán a muchos de ellos. Así se pedirá cuanta a esta generación de la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la creación del mundo: desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, que fue asesinado entre el altar y el santuario. Sí, les aseguro que a esta generación se le pedirá cuenta de todo esto. ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden.» Cuando Jesús salió de allí, los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo, exigiéndole respuesta sobre muchas cosas y tendiéndole trampas para sorprenderlo en alguna afirmación.
RESONAR DE LA PALABRA
Ciudad Redonda
Queridos hermanos:
¡Matar a los profetas!...Con la falta que nos hacen los profetas. Y el Evangelio insiste: perseguirán, acosarán, pondrán trampas, derramarán sangre, matarán a los profetas.
Y cuánto necesitamos a los hombres y mujeres que profetizan. En una hora donde crece la sequía de lo transcendente y de lo divino; en un tiempo donde tantos hijos de Dios están crucificados por el hambre, la explotación, la injusticia, la pena y la desesperanza, sólo las voces proféticas pueden decir algo transparente, creíble, que deje herida en el corazón de la gente. Si nos faltaran los profetas, el testimonio de los cristianos sería opaco; su voz, rutinaria e inexpresiva; sus actividades, infecundas y frustrantes. Cuando nos asomamos a los medios de comunicación social, ¿cuáles son las voces y rostros de hombres y mujeres de Iglesia que suscitan interés, que son escuchados, que suscitan preguntas en todos? Porque es bueno poner ejemplos, y para no ser partidista, me remito a unos premios que gozan de aceptación universal. Martini, Nics ungidos por el Espíritu Santo son profetas. “No apaguéis al Espíritu”, advierte San Pablo.
Creo que será bueno acabar con una digresión que, a lo mejor, no lo es tanto. Necesitamos profetas también fuera de las Iglesias. Siempre me ha llamado la atención la figura de Nelson Mandela. En medio de tanto odio secular entre blancos y negros, él plantó la bandera de la concordia. ¿Por qué no pedir a Dios unos profetas cuya voz y testimonio abran un camino de solución a problemas endémicos; por ejemplo, el terrorismo y el fondo social y político que en él subyace?
fuente del comentario CIUDAD REDONDA
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